Lecturas decembrinas 2

Hugo Rincón González

Decía hace una semana que convenía por un momento dejar el atafago de la coyuntura y explorar y compartir lecturas que nos llevan por temas más personales, íntimos y sobre todo tratados con exquisitez por el escritor. En esta segunda entrega de mis lecturas decembrinas, continuo con un autor especialista en crónicas. Se trata de Alberto Salcedo Ramos, un barranquillero de 60 años, varias veces ganador del premio Simón Bolívar. Un autor que tiene una extensa obra, muchas veces desconocida por los lectores.
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Botellas de Náufrago es el libro que quiero referir. Formado por un conjunto de relatos cortos que se leen, muchos de ellos con una sonrisa y varios con sonoras carcajadas. Como buen caribe, Salcedo Ramos escribe con desparpajo, con un estilo desabrochado para tratar muchos temas. Hay reflexiones muy íntimas, pasando por textos donde se retrata con claridad los elementos de la cultura caribe, hasta llegar a temas serios e inquietantes relacionados con la realidad nacional.

El libro se puede leer como el lector quiera. Hay temas diversos y depende de los gustos del momento de quien se sienta a degustarlo. En particular voy a traer a colación temas que me produjeron carcajadas. Hay uno inspirador sobre los errores y como todos nosotros los cometemos a diario, vale la pena reconocerlos. Con picardía nos cuenta que entre los errores y las disculpas está la de un pato que le pide perdón a una gallina después de bajarse de ella.

Entre los errores deliberados hay una cita hermosa: “… Siempre he creído, por ejemplo, que es muy estúpido huir del amor para ahorrarse una estupidez. Así que cuando Cupido me apunta su flecha, le ofrezco el pecho, a sabiendas de que podría matarme. Después veré como diablos resucito. Si es imposible corregirlo, nos queda la opción de convertirlo, por lo menos, en un asunto bailable”.

Sobre los piropos, un tema que en la actualidad se volvió complejo y problemático, Salcedo Ramos los reivindica y trae algunos tradicionales del caribe como: “… Quisiera ser bizco para verte doble mi amor”; “… Vete por la sombra mamita, que el sol derrite los bombones”. Refiere como los hacedores de piropos transforman la calle en un gran teatro de la picaresca y como estos son una forma de humor que nos sirve para celebrar la vida.

Sobre el tema de guardar un secreto en el Caribe, dice que eso ni de fundas es posible. Sería vaciar el mar con una totuma. Para el autor: “… En el Caribe la indiscreción y la habladuría son formas de combatir el subdesarrollo. Al poder parlotear en las esquinas podemos inventar una diversión donde antes reinaba el bostezo. En una región predominantemente rural lo privado se vuelve colectivo tarde o temprano…”.

Sobre el baile tan presente en su región dice: “… El baile alebresta. Inflama el espíritu, libera los sudores aplazados. El baile es el bárbaro que desata nuestros furores en las tinieblas…”. Este efecto, según Salcedo, solo se acaba cuando el bailador muere.

Botellas de Náufrago, una lectura decembrina recomendada para reír y reflexionar en temas serios y complejos tratados con un estilo agradable, en un tono humorístico tan necesario en estos tiempos.

Hugo Rincón González

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