La soledad del mal perdedor

Juan Carlos Aguiar

La mujer ingresaba por una ventana que habían roto mientras llevaba una bandera a favor del presidente Donald Trump a manera de capa. Un disparo en el cuello la detuvo y la lanzó al suelo. Fallecería minutos más tarde. Ocurrió en el Congreso de Estados Unidos, uno de los edificios más custodiados. A esa hora, del pasado miércoles, decenas de manifestantes habían violado la seguridad e invadido sus salones y pasillos. Afuera, en medio de los disturbios protagonizados por miles, otras tres personas murieron aparentemente por problemas de salud. Parecía el epílogo de una jornada inaudita en la capital del país más poderoso del mundo.
PUBLICIDAD

Pero no lo fue. Horas más tarde, a las 3 y 40 de la mañana del jueves 7 de enero, el Congreso ratificó la votación del Colegio Electoral, dejando a Donald Trump sin la última posibilidad que tenía de amarrarse al poder bajo el falso argumento de que le robaron las elecciones. No es verdad. Más de sesenta demandas, en diversas cortes fueron rechazadas o falladas en su contra por falta de pruebas. De ellas, dos llegaron a la Corte Suprema de Justicia, de mayoría conservadora y donde tres de sus nueve jueces fueron nombrados por él, y el resultado fue el mismo. La agencia de ciberseguridad nacional afirmó que no hubo fraude, mientras que el que fuera uno de sus principales defensores, el hasta hace poco fiscal general William Barr, negó la existencia de trampa en las elecciones.

El mismo miércoles el vicepresidente Mike Pence rechazó su solicitud de torpedear el proceso en el Congreso; el líder de la mayoría republicana en el Senado, uno de sus mayores escuderos, Mitch McConnell, se negó a continuar con la tesis de que Joe Biden había perdido; varios de sus funcionarios cercanos iniciaron una escalada de renuncias que puede continuar hasta el fin de la era Trump el próximo 20 de enero. Posterior al doloroso episodio en el Capitolio, los gigantes de la tecnología Facebook, Instagram y Twitter cancelaron las cuentas de Trump, al menos hasta que termine su gobierno, lo que es como quitarle a un niño su juguete favorito a pocas horas de recibirlo. El berrinche no se hizo esperar y el Jefe de Estado aseguró que contempla crear una red digital. Así es él, cree que todo se compra, que todo se posee, que todo se domina. Para fortuna de una inmensa mayoría no es así. La dignidad de un país, las instituciones que lo conforman, los valores sobre los que está construido no están en venta, son de todos.

Donald Trump termina esta semana, quizás la más crítica de su mandato, más solo que nunca, algo increíble en un multimillonario que ha disfrutado a lo largo de su vida los placeres y bondades que da el dinero. Es cierto que lo siguen millones, pero no necesariamente a él, sino a la idea de nación que representa, y eso es lo que debe preocupar a los líderes de Estados Unidos. Trump lo tuvo todo para ser un gran presidente, pero su egocentrismo y ansias de poder se lo impidieron. ¿Cómo lo recordará la historia? Solo el paso del tiempo nos lo dirá. Hoy, quienes se le oponen, piden que sea destituido por incapacidad para gobernar o que se le inicie un juicio político para retirarlo del poder. Eso podría ser un gran error. Sacarlo de la Casa Blanca, a pocos días de terminar su mandato, sería convertirlo en mártir, cuando lo mejor sería dejarlo que se diluyera en el tiempo, sumergido en su inmensa soledad, como suele suceder con las cabezas de proyectos totalitarios y dictatoriales a los que la historia no perdona.

JUAN CARLOS AGUIAR

Comentarios