Revolución en redes

Juan Carlos Aguiar

Muchos se preguntan por qué ClubHouse, la nueva red social que tiene dando cabezazos a expertos diseñadores de Facebook, Instagram, Twitter y LinkedIn, se ha tomado las páginas de los principales medios de tecnología del mundo. La respuesta podría tener dos aristas. La primera es que logró acaparar la atención de personajes de reconocimiento mundial, encabezados por el multimillonario Elon Musk, pero seguido por nombres como Mark Zuckerberg, Oprah Winfrey, Ashton Kutcher o Jared Leto. La segunda, y no menos importante, es que por primera vez una red social no basa su funcionalidad en los textos o fotografías, que quiera compartir el usuario, sino que la herramienta más poderosa es la voz y en tiempo real.
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A mediados de febrero, cuando la aplicación contaba con unos dos millones de suscriptores, pero había sido descargada en más de diez millones de dispositivos, especialmente en Estados Unidos, tuve el privilegio de recibir de parte de mi amigo José Ricardo Muñoz una invitación para ingresar a este novedoso mundo digital. Y digo privilegio porque esta es otra novedad de ClubHouse, para acceder es por medio de una invitación de alguien que haga parte de la plataforma, y estas son reducidas, por lo que el crecimiento no ha sido tan acelerado como en otras redes.  

Los primeros días participé por simple curiosidad para establecer qué tan buenos podrían ser los espacios denominados salas, o rooms en inglés, en los que uno puede conversar de una gran variedad de temas con personas desconocidas que están en cualquier parte del planeta. La verdad me atrapó rápidamente y ahora dedico al menos dos horas diarias a entender sus avances, pero sobre todo a disfrutar conociendo gente que puede aportarle un valor agregado a mi vida. Al comienzo, según se ha dicho, no fue tomada muy en serio por sus posibles competidores. Pero, hace apenas dos meses ya la avaluaban en mil millones de dólares, y esta semana trascendió que Twitter estuvo interesada en comprarla por cuatro mil millones de dólares, una cifra nada despreciable. 

En ella he tenido la oportunidad de hablar de todo: de religión, política, deportes, tecnología, periodismo y hasta de mi propia vida. He hecho contactos muy interesantes y he renovado relaciones con personas con las que hacía mucho tiempo no hablaba. 

Reconozco que, aunque está en su versión Beta, es decir que todavía registra errores y que sus desarrolladores están trabajando en ella, me ha logrado atrapar y le ha robado parte del tiempo que dedicaba a Facebook, Instagram o Twitter. Por ahora, lamentablemente, solo está disponible para celulares iPhone lo que reduce bastante su margen de acción. Sin embargo, los propietarios y creadores de la novedosa idea han asegurado que es cuestión de semanas para que se implemente en dispositivos Android, lo que seguramente la hará crecer como espuma.  

Pero, definitivamente, lo que me ha cautivado de ClubHouse, es que se trata de una aplicación bastante horizontal, democrática, donde todos quienes estamos allí podemos expresarnos de forma transparente, desde nuestras ideas y será el tono de la voz, las pausas, el ritmo, los que permitan a los interlocutores descubrir la verdadera intención de quienes hablan. En Facebook o Twitter lo que una persona escribe es interpretado por el tono de la lectura de quien lo recibe, y esto se presta para malas equivocaciones y engaños. Espero que ClubHouse no se contamine de las malas prácticas que algunos han llevado a otras redes sociales y con las que se ha manipulado y tergiversado la realidad. Al final de cuentas en el uso de la voz es vital recordar la vieja frase que dice que: “lo que ofende, es el tonito”.

JUAN CARLOS AGUIAR

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