El que manda manda, aun cuando mande mal

Manuel José Álvarez Didyme

Ya lo decía Sancho a su amo y señor Don Quijote al disponerse a gobernar su ínsula: “yo imagino que es bueno mandar, aunque sea un hato de ganado”.
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Que es lo mismo que hemos estado imaginando muchos, ahora que nos hemos enterado por boca de la señora Vicepresidenta, cuantos gajes y canonjias brinda el poder a quien resuelve ejercerlo “sin medida ni clemencia”, como dice el bolero, al mejor estilo del “gobierno del cambio” de nuestra amada Colombia, porque,  “…de malas”.

Y es que el nuevo régimen, sin que le  importe el flaco estado del fisco y después de haber botado hasta el último de los generales, dizque para mejorar la eficiencia de la Policía y el ejército, resolvió  armar una milicia paralela, formada por una “troupe” de guardaespaldas, ministros, viceministros, asesores, embajadores, ayudantes y auxiliares varios para todos los anteriores, con oficina de prensa y juglares que cantan las supuestas excelencias del ejecutivo.

Y es tal la dimensión de los cambios logrados, que hasta funciones y tareas le fueron asignadas a la primera dama, dotadas de similar o superior equipo humano, “...porque Verónica no podía quedarse atrás de Francia, la Vice”.

Y ni que decir del eficiente servicio de transporte que se armó (seguramente inspirado en la serie “Miami Vice”), formado por numerosos carros, motos y diferentes helicópteros artillados para uso exclusivo suyo y de  sus validos y de la primerísima, con el fin de disminuir sus padecimientos  al recorrer tan grandes distancias; así que cuando salen del palacio rumbo a sus casas -precedidas de motociclistas y ululantes sirenas paran o se detienen-, sus auxiliares corren y entre todos las transfieren en guando al Helicóptero, “porque de malas”-.

Total que problema hay, si para tal trasteo cuentan con guardespaldas y choferes varios, por lo que no importa que tan pasadas de kilos o pesadas estén, ni cuanto les haya crecido aquello que impudicamante Mokus una vez le mostró al país, “porque de malas”.

Pero no todo es bueno para el que manda, a veces también se tienen que hacer grandes sacrificios como cuando se debe viajar continuamente a Venezuela, a Washington o a Madrid en avión, con viáticos, ajuar nuevo y todo, claro, para cuidar la imagen, “porque de malas”.

Claro que donde sí alcanza su máxima expresión la vocación de gobernante de “alta eficiencia”, es en el nombramiento de la pléyade de amigos para que se den cuenta de quién es la que manda.

No en balde las estadísticas recientes muestran al país como uno de los principales centros de violencia y caos, pero por sobre todo de ignorancia y vanidad, -que como alguien dijera de estas últimas-,  son cien veces más costosas y causan más daño que cualquiera otra cosa, sobre todo si se convierten en atributos de los gobernantes y se practican desde el poder.

 

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MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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