El teatro Tolima, una joya a preservar

Manuel José Álvarez Didyme

Desde el mismo momento en que se construyó, el cual se remonta al año de 1915 en el lugar que actualmente ocupa en el constado sur de la Carrera 3° entre calles 11 y 12 en pleno corazón de la ciudad con un claro estilo arquitectónico de origen francés, con palcos separados y decorados con estricta sujeción a dicho estilo, cómoda silletería y buena acústica, el Teatro Torres, hoy Teatro Tolima, se constituyó en el más importante y representativo de la ciudad, de una importancia y trascendencia que aspiramos siga conservando.
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No obstante hubo un momento en que a fin de facilitar la presentación del cine mudo, que irrumpía como gran novedad, sus propietarios de entonces lo sometieron a una primera remodelación en 1923 que por fortuna no alcanzó a demeritar su calidad constructiva. No obstante, poco después, en cumplimiento de la Ordenanza 042 de abril de 1926 fue adquirido por el Gobierno Departamental el cual realizó varias modificaciones en el año de 1940 que sí le alteraron su estilo y estructura, estas bajo la dirección del Arquitecto italiano Antonio Bernardi sobre los planos elaborados al efecto por la prestigiosa firma Cuellar Serrano, Gómez, adecuando su nuevo diseño al Art-Decco, (abreviatura de “Arts Décoratifs” o Arte Decorativo), estilo que surgía justamente en aquellos mismos momentos en los que dejaba de tener vigencia la moda del “Art Nouveau”, dotándolo de 874 cómodas sillas distribuidas en dos niveles, un escenario, un foso, una tramoya, un proscenio y varios camerinos con servicios ubicados en la parte posterior de la caja escénica que correspondía a una casa de estilo paisa.

Finalmente y ya concluyendo la pasada centuria, siendo Gobernador del departamento el recordado “hacedor Pacho Peñaloza” y contando con la colaboración de la Arquitecta ibaguereña Gloria de Granados el Teatro recibió sus últimas obras de mantenimiento y conservación mediante las cuales se le amplió su capacidad a 1.000 espectadores distribuidos en sus tres niveles,, luego de lo cual fue declarado Monumento Nacional mediante Decreto ejecutivo de dicho año siendo nuevamente inaugurado el 18 de julio de 1997.

Así las cosas fácil es ver como este inmueble ha sido considerado como parte integral del reducido grupo de obras de valía entre nosotros, tanto desde el punto de vista histórico como arquitectónico, en tanto en cuanto pertenece a aquellas edificadas con un claro propósito y un específico fin, en este caso el de dotar a esta capital de la música de una sede acorde con su vocación, razón que obliga, a su esmerada preservación como espacio consagrado a la exaltación de nuestros valores y paradigma de afianzamiento del orgullo regional.

Solo que debido a nuestra sempiterna miopía para visualizar el porvenir y actuar acorde con él, no le hemos dado la conservación que merece, ni le hemos definido de una vez por todas su destino, que no puede ser otro que verlo convertido en “el Teatro de Ibagué y del Tolima por excelencia”, destinado a atraer el interés del público con fines culturales y turísticos, estimulando en nuestras gentes valores de “una auténtica tolimensidad” que sirvan de acicate para un mejor y más promisorio future regional.

Manuel José Álvarez Didyme dôme

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