Un momento para la historia

María Yolanda Jaramillo G.

El pasado 20 de julio, como es tradicional, las Fuerzas Militares rindieron homenaje a uno de los momentos más significativos de la historia de Colombia que conmemora la más importante fiesta nacional “El  20 de julio”, que exalta la memoria histórica del movimiento de Independencia que debilitó el mito del origen divino de la autoridad (Rey-Vasallo) para ser reemplazado por la versión de la “voluntad popular” como fuente de autoridad política, en la representación de los criollos en el poder y en las “Juntas de Gobierno y el cabildo abierto”.
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La historia habla por sí sola, en el registro de hechos legendarios, que abrieron el camino hacia la Independencia, aparecen las corrientes ideológicas que se extendían en Europa durante el siglo XVIII, conocidas como revoluciones burguesas, y que llegaron a América en forma de pensamiento revolucionario; en el cuestionamiento del poder monárquico y su acción política, en las colonias del nuevo mundo. 

Inicialmente estas ideologías se concretaron en la independencia de las colonias inglesas en el continente americano (1776). A esto, se suma el ambiente intelectual y renovador de los líderes criollos que a pesar de los controles establecidos, y los libros prohibidos de los enciclopedistas republicanos y liberales franceses, estos circulaban sin tropiezo por las colonias americanas. Se leían las obras de Locke, Adán Smith, Diderot, Montesquieu, Voltaire y Rosseau, en ese momento se imponía el estudio científico de la naturaleza como medio para el mejoramiento de la sociedad. Se destacaban el sabio José Celestino Mutis y el sabio José de Caldas, como prototipo de los hombres de ciencia, valerosamente enfrentados a la tradicional sabiduría escolástica. Muchos de sus escritos se pueden considerar como germen de la emancipación ideológica. El sabio Mutis se traslada a Santa Fe en 1791. Se vincula a la expedición amigos de Antonio Nariño, y se crea en su casa “la Sociedad Económica de Amigos del país” (iniciativa de Jorge Tadeo Lozano). Las asociaciones, tertulias literarias y la prensa, se convirtieron en agente principal y divulgador del movimiento emancipador. En tal sentido la expedición botánica, a donde llegaron Alexander Van Humboldt y Bonpland para escuchar al sabio Mutis, fue un verdadero semillero de la libertad, “el primer despertar de conciencia nacional desde la ciencia”. El siguiente camino se abrió en 1793 cuando Antonio Nariño conoció “la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, proyectada por la Asamblea Nacional de Francia (1789). Reconoció en sus diecisiete artículos la semilla de conciencia libertaria, su divulgación le ocasiona a Nariño el embargo de sus bienes y su arresto en una prisión de Cádiz–España. 

“La declaración de los Derechos del Hombre, vale tanto a nuestra emancipación como las armas utilizadas por los patriotas en su lucha contra el Ejército Español”, Santos Bolaño Enrique. 

“Los oprimidos contra los opresores, las luchas por la libertad fueron sostenidas por los oprimidos, por aquellos que buscaban nuevas libertades, en oposición con los que tenían privilegios que defender. A pesar de los muchos descalabros sufridos, la libertad ha ganado sus batallas”, Erick Froman.

“Cuando un poder enorme trata de privar a un pequeño país de su conciencia como nación, organiza e impone la desmemoria”, Milán Kundera. 

Hay que luchar contra el olvido de los hechos legendarios, que han confirmado la historia que vivimos en nuestro presente. 

 

María Yolanda Jaramillo

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