Provengo de una familia católica, con un gran arraigo en la fe cristiana, soy respetuoso de todas las religiones, sus costumbres y propósitos, creo firmemente en la gracia que va más allá de la ley, para trasformar en amor a los seres humanos con profundas convicciones por el deber ser, más que cumplidores de normas por obligación. 

Muchas han sido las innumerables discusiones acerca del cambio climático, la inminencia del calentamiento global es tal que, en muchos casos y en muchas circunstancias los pisos térmicos han venido trasformando su clima y su vocación productiva en el sector agrícola, golpeando de manera radical ese importante sector de nuestra economía.

La calentura de la campaña presidencial nos lleva a ver las expresiones más aberrantes de los oportunistas políticos, que por conveniencia y no por convicción asumen posturas meramente basada en sus intereses, en la mecánica política y no pensado en los intereses de la gente, de nuestras ciudades, departamentos y del país.

Hace algunos años la guerrilla de las Farc EP, cuando le reclamaron por narcotráfico, reclutamiento de menores, secuestro y terrorismo, dentro de sus prácticas de guerra, esbozaron una frase que nos dejó estupefactos a muchos “hay que combinar las formas de lucha”, dicha esta, como justificación a tan abominables y condenables acciones. 

La gratitud es un sentimiento de reconocimiento y estima hoy poco practicado en nuestra sociedad. Los tolimenses y la vida han sido generosos conmigo, soy beneficiario de la confianza y el cariño de la gente en mi departamento y en otros lugares del país, al haber ejercido el sagrado derecho del voto por mi nombre y para que los represente. 

Nuestro sistema de gobierno es el democrático, que permite que la ciudadanía exprese su opinión y sea escuchada. En este sistema, todas las personas merecen respeto y consideración, no importa su edad, color de piel, religión o cualquier otra característica, esta condición, la de democracia, solo puede ser alcanzada a través del respeto de los derechos fundamentales de los gobernados y, por consiguiente, del Estado social de derecho, siempre en la búsqueda de la equidad, bajo el amparo de la legalidad y el respeto institucional.

Hay un candidato que lleva más de 4 años en campaña y que puntea las encuestas, produciendo pavor en todos los estratos, pero aprovechando el inconformismo, la desorientación y la falta de formación ciudadana pica en punta, sin embargo la democracia colombiana en los últimos tiempos nos ha dado lecciones con las encuestas y con los candidatos, que durante mucho tiempo ocupan los primeros lugares; a medida que se conocen los otros candidatos, su formación y sus propuestas los panoramas van cambiando. 

América Latina hoy sufre una gran crisis social y económica, la inequidad que genera desigualdad, falta de desarrollo, pobreza y hambre tiene por supuesto sus orígenes en los oligopolios, unos que manejan la empresa privada, otros apoderados de la política, pero que mutuamente se sirven a escalas de creerse dueños del país con sus macabras dependencias y beneficiarios de los privilegios.

Nuestro país enfrenta una grave crisis económica y social, a ello se suma la crisis institucional a todo nivel, plagada por las erróneas interpretaciones del ejercicio de poder, la politización de la justicia, por ende la judicialización de la política, la pérdida de los pesos y contrapesos, que desequilibraron el Estado e hicieron trizas la independencia de poderes, una recurrente y equivocada forma de abordar los temas trascendentales de la nación, mediante reformas ocasionales, que en últimas no benefician a los que menos tienen, sino a esos oligopolios de la política o el empresariado dominante del país. 

A pesar del aumento del salario mínimo, el encarecimiento de los productos básicos de la canasta familiar está cobrando esos pesitos de más a las familias; los colombianos de estratos 1, 2 y 3, así como la clase media, han reducido la compra de alimentos como carne, pollo y hortalizas, mientras también ha disminuido la compra de artículos de vestir, electrodomésticos y servicios educativos en su máxima expresión, algo similar a lo que pasaba en las economías de mercado europeas en la década del 60.