Erradicación de la pobreza, paso para alcanzar la paz

El pasado 17 de octubre fue conmemorado en el mundo, con el liderazgo de la Organización de las Naciones Unidas, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. El mensaje enviado por la ONU fue sencillo: poner fin a la violencia de la pobreza extrema requiere de la promoción del empoderamiento y de la consolidación de la paz.

El pasado 17 de octubre fue conmemorado en el mundo, con el liderazgo de la Organización de las Naciones Unidas, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. El mensaje enviado por la ONU fue sencillo: poner fin a la violencia de la pobreza extrema requiere de la promoción del empoderamiento y de la consolidación de la paz.

El mensaje llega a Colombia en un momento en que la atención nacional e internacional está puesta en los diálogos de paz entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las FARC. Alcanzar la paz y erradicar la pobreza extrema son puntos de un mismo círculo.

No hay duda de que el conflicto interno, el narcotráfico y la lucha entre los violentos y contra ellos producen pobreza, y aunque se le reconoce al Gobierno y al Estado Colombiano la tarea hecha para disminuir la pobreza durante estos últimos años, la verdad es que nuestro país lograría crecer económicamente más y alcanzaría un mayor desarrollo si se pusiese fin al conflicto.

Y aunque los indicadores muestran cómo se ha disminuido la pobreza en Colombia durante los últimos años gracias a estrategias como la Red Juntos, sostener dichos avances requiere cursar mayores esfuerzos en ámbito local. 

Estudios de Geografía Económica del Banco Mundial determinan que es en este nivel en que se logra con mayor rapidez alcanzar convergencias económicas y sociales que permiten disminuir los fenómenos del subdesarrollo, la desigualdad y la pobreza. Esta situación invita a los gobernantes locales a trabajar denodadamente en acciones que construyan escenarios para el desarrollo.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Pnud, propende por la promoción de un desarrollo económico incluyente que fortalezca la competitividad y amplíe las oportunidades para las poblaciones marginadas a través del fortalecimiento de organizaciones productivas y de interés social, las economías de escala para la competitividad y las políticas que beneficien a los grupos vulnerables en aquellos territorios que sufren con mayor rigor el flagelo de la pobreza.

Ahora bien, la tarea no es exclusiva del Estado. En palabras de Samuel Azout, director de la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza, Anspe, la responsabilidad de acabar con el flagelo de la pobreza es de todos. 

La forma de romper el ciclo pobreza - violencia consiste, justamente, en hacer acuerdos para reducir el conflicto, basados en una intervención social que permita incluir a más personas en el desarrollo. 

No obstante, aunque el deseo de acabar la pobreza extrema es un propósito nacional, existen en el país y por fuera de él grupos que apuestan a que no se alcance la paz porque se aprovechan políticamente y económicamente de la guerra. Para derrotarlos es necesario reducir las grandes brechas sociales que han afectado nuestro país por generaciones.

Credito
JAIME EDUARDO REYES

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