Las muertes por accidentes de tránsito

La Ley 769 de 2002 es el Código Nacional de Tránsito Terrestre, que hoy guarda en sus páginas muchas artículos que pasan a ser letra muerta.

Por ejemplo, los ciclistas deben cumplir con unas normas de seguridad que pocas veces se evidencian, puesto que no portan chalecos o chaquetas reflectivas cuando se conduce entre las seis de la tarde y hasta las seis de la mañana del día siguiente. No deben transitar por las aceras o por aquellas vías donde las autoridades competentes lo decidan; deben respetar las señales de tránsito como cualquier otro vehículo y por ningún motivo desplazarse sosteniéndose de un carro en movimiento (Capítulo V, Código Nacional de Tránsito).

En el mundo mueren alrededor de cinco millones de personas por traumas en general, cada año. En Colombia las muertes oscilan entre seis y siete mil al año, por traumas de distinto tipo, correspondiendo el mayor aporte a los accidentes de tránsito. Veinte personas diarias mueren;  el 30 por ciento de los accidentados llegan a la discapacidad global, que resulta ser una situación crítica y además de alto costo para el país (Instituto de Medicina Legal).

Lo anterior se convierte en un problema de salud pública para Colombia y debe ser una razón para que desde el Gobierno central se destinen recursos que contribuyan a solucionar el problema de la accidentalidad.  

La violencia con la que se conduce, la infracción permanente a las normas de tránsito, hace pensar que hay un problema de carácter educativo.

Entonces, debe capacitarse masivamente a los infractores, porque es gravísimo que estos accidentes se conviertan en la segunda causa  de muerte, después de los homicidios, en el país.

Dentro del grupo de personas que urgentemente requieren capacitación periódica están   los conductores de volquetas, los taxistas, los conductores de busetas; se requiere una capacitación especial para los motociclistas, para quienes conducen bicicletas y desde luego para quienes en su vehículo particular infringen la norma.  En el caso de quienes conducen volquetas, pareciera no sentir la más mínima preocupación por atropellar a vehículos pequeños atentando, muchas veces de manera premeditada, contra quienes se atreven a adelantarse.

La inteligencia vial debe ser una competencia de todos, el peatón debe utilizar la cebra para pasar cuando el semáforo se lo permite, pero muchas personas pasan desprevenidamente la vía cuando el semáforo no los ha autorizado.

Es necesario que desde ya se implemente formación al respecto en todas las instituciones del país, en las vías, continúen las vallas y se desarrolle y ajuste la política pública desde el Ministerio de Transporte, a fin de crear conciencia y disminuir este flagelo que se convierte en un problema de salud pública.

Los medios de comunicación llegan a todos los hogares en distintos niveles, tomar el tema masivame puede ayudar a disminuir en algo éste porcentaje.

Una excelente idea es la de instalar cámaras que identifiquen a quienes no respetan las normas de tránsito.  

Y los invito a que revisen las nuevas reformas del Código de Tránsito, por ahora les comento que quien conduzca en estado de alicoramiento ya no pagará 515 mil pesos de multa, sino 772 mil 500 pesos, tendrá de tres a 10 años de suspensión de la licencia y la inmovilización inmediata de su vehículo. ¿Cómo les parece?

Credito
INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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