La Felicidad Departamental Bruta (FDB)

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Propongo al próximo Gobernador y Alcalde de Ibagué, y a los diputados y concejales que resulten elegidos el 30 de octubre próximo, la formulación y ejecución de una política de felicidad para los tolimenses, medida por un indicador de Felicidad Departamental Bruta, resultante de una gran encuesta que incluya factores de bienestar que vayan más allá de los factores físicos y monetarios que se miden a través del tradicional Producto Interno Bruto y Producto Interno Bruto  per cápita.

El modelo lo podemos tomar de Bután, un pequeño reino enclavado en las cuestas de la cordillera del Himalaya, sin salida al mar, ubicado entre la India y China, en el Sur de Asia. El primer Ministro de dicho país, Lyonpo Jigme Jhinley, logró incorporar en la Constitución Política del pequeño estado los conceptos correspondientes (Felicidad Nacional Bruta, FNB) y en la Asamblea General de las Naciones Unidas, la adopción de  la felicidad como “un objetivo humano fundamental”.

Siguiendo el ejemplo de Bután, como ya lo han hecho otros países, entre ellos Paraguay, cada dos años se puede realizar una encuesta para evaluar el grado de satisfacción que los ciudadanos tolimenses tengan sobre su bienestar físico y psicológico, para, con base en los resultados, tomar decisiones gubernamentales que apunten a la intervención sobre factores de felicidad de los humanos.

Sobre esto de los factores que generan felicidad hay muchas propuestas provenientes de investigaciones científicas. Se habla, por ejemplo de las “10 claves de la felicidad”: la riqueza, la ambición, la inteligencia, la genética, la belleza, la amistad, el matrimonio, la fe, la caridad y la edad. Otros agregan la familia, la salud, el trabajo, el amor, la religión, la cantidad de tiempo libre y de ocio, la educación, la cultura y el medio ambiente.

Se ha llegado a la conclusión de que “el dinero contribuye a la felicidad hasta cierto punto”, pero no es la fuente única ni suficiente para el logro de la felicidad. No se establece perentoriamente que la riqueza genere la felicidad que busca todo ser humano, puesto que hay factores psicológicos y emocionales,  que se escapan al disfrute de la riqueza. La inteligencia tampoco influye suficientemente en la dicha; “la gente bella es feliz”, pero ocurre que la genética no dota de tal privilegio a todos los humanos.

La salud corporal, física, es una condición necesaria para la felicidad, pero debe ir acompañada de “salud interior, psíquica y espiritual”, que se puede valorar por las actitudes positivas que tengan las personas, por la capacidad para adecuarse a los cambios, por la sonrisa que aflore de sus labios, por el abrazo a los amigos y compañeros de trabajo: “riqueza medida por las sonrisas y no por el dinero”. La cantidad de bienes y servicios con su valor monetario correspondiente que mide el Producto Interno Bruto, no lo dice todo. Hay elementos de bienestar que no son medidos por este indicador socioeconómico.

Entonces, pongámonos a la tarea de calificar el grado de felicidad de los ibaguereños y tolimenses en general para llegar a saber cuán ricos en felicidad somos. Convertir el logro de la felicidad, interviniendo sobre sus factores causantes, en  un objetivo político, en el próximo cuatrienio. ¿Cómo les parece?

Por ahora, sonrían, busquen ser felices, miren el lado positivo de las cosas, disfruten cada acto de sus vidas, permitan que las endorfinas lleguen, y hagan presa de su vida, disfruten de sus matrimonios, recuerden que las personas casadas pueden ser más felices: lo concluye un estudio realizado por investigadores estadounidenses en 42 países.

Credito
INDIRA ORFA TATIANA ROJAS

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