Volveré, pues, al proselitismo, a plantear opciones y programas, a confrontar ideas, a la interesante tarea de seducir la voluntad de las y los ciudadanos en busca de su condescendencia y solidaridad. 

Llego a la campaña asistido de los mejores propósitos. No me afanan innecesarios protagonismos ni me llama la atención contaminar el ambiente electoral con actividades de mal gusto; mucho menos incomodar a la ciudadanía con ruidos estridentes, fastidiosas propagandas, interminables reuniones o peroratas públicas sin razón ni sentido. Pienso que en buena parte el rechazo de la gente a los políticos se origina en la bulla y los escándalos que armamos en las campañas eleccionarias.

Dichas actividades políticas son oportunidades para difundir ideas, debatir conceptos, hacer propuestas, examinar situaciones que interesan a la comunidad.

Son ocasiones para escucharle a la gente sus reclamos y sugerencias, sus iniciativas, sus criterios sobre el país, sobre los gobernantes, sobre los mismos políticos. Los mejores proyectos son los que resultan de la discusión altruista que se hace entre candidatos y electores, cuando se dan con un criterio de servicio.

Me propongo explicar con amplitud la opinión que tengo sobre el Estado, la sociedad y la coyuntura nacional. Iré a Universidades, Corporaciones Públicas, reuniones gremiales, encuentros comunales. Visitaré barrios y veredas. Buscaré que los medios de comunicación difundan mis propuestas. Acudiré a las redes sociales para comunicarme directamente con los electores.

Dialogaré con copartidarios, con dirigentes políticos, sociales y empresariales y con todos los que quieran compartir o controvertir sobre los asuntos públicos.

Próximamente presentaré los compromisos de mi gestión senatorial y desde ahora anunció que semestralmente rendiré cuentas de la actividad. Deseo ser útil.Pido el apoyo ciudadano.