Un nobel para el cuento

En su libro “Así se escribe un cuento”, el escritor argentino Mempo Giardinelli afirma que “Es inútil querer encorsetar el cuento” y con ello expresaba la complejidad de intentar una definición de este género que, desde la antigüedad, ha estado presente en la literatura de los pueblos.

En su libro “Así se escribe un cuento”, el escritor argentino Mempo Giardinelli afirma que “Es inútil querer encorsetar el cuento” y con ello expresaba la complejidad de intentar una definición de este género que, desde la antigüedad, ha estado presente en la literatura de los pueblos, emparentado siempre con formas tradicionales, pero dueño de una dinámica que le ha permitido, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, alcanzar su autonomía, con un estatuto narrativo propio, unas reglas que se renuevan constantemente, de tal manera que ha llevado a la creatividad y a la imaginación hasta límites insospechados. 

La historia de la literatura contempla unas figuras cimeras del género. Antecesores como Boccaccio y Chaucer, iniciadores modernos como Chéjov y sus historias recurrentes; Jorge Luis Borges el filósofo del género, y  Julio Cortázar el teórico del mismo, son autores paradigmáticos que lograron un nuevo tipo literario para la literatura universal y además contribuyeron con sus interesantes aportes a la construcción teórica del mismo. Curiosamente ninguno de ellos fue ganador del premio nobel.

Con el otorgamiento de la máxima distinción en el campo de las letras a la escritora canadiense Alice Munro, la Academia Sueca parece reivindicar un género, porque el grueso de la obra de la autora está conformado por cuentos que no sobrepasan las setenta páginas, donde su  voz narrativa se despliega con gran propiedad, pues en ella se condensa y expresa toda la tradición anglosajona femenina que va desde Katherine Anna Porte hasta Carson M´Culler.

Las principales características de Munro, nos lo afirma la doctora Mónica Carbajosa, de la Universidad Complutense de Madrid, tienen que ver con una “marcada atención al detalle, al matiz, largo alcance temporal, ausencia de énfasis retórico y precisión narrativa”. 

El lector postmoderno no encuentra en esta narrativa las especulaciones filosóficas, ni los malabares experimentales de las técnicas narrativas contemporáneas, sino el fluir sereno de la historia con sus alternancias dramáticas, pero siempre con la idea de dar a conocer todos los datos posibles para que no quede nada escondido.

Tal vez la efectividad de la narrativa de Munro, no esté en la sencillez de los temas que asume y que tienen que ver con la cotidianidad de personas elementales, especialmente mujeres, sino en saber desarrollar la teoría del argentino Ricardo Piglia y sus dos historias paralelas, como se evidencia en “Escapada”, donde asistimos a la huida de Carla, pero también a la desaparición de “Flora”, una pequeña cabra de la familia.

Con el premio Nobel a Alice Munro, el cuento salta de su silencioso trascurrir y se muestra como lo que siempre ha sido, el mecanismo literario propio para contar historias.  


Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN Profesor Titular UT

Comentarios