Meditar y votar

Se juzgó exagerado en la película “El Padrino”, que el mafioso Michael Corleone dijera a otro bandido: “La política y el crimen son lo mismo”. Pasados los años, se deduce que Mario Puzo, autor del libro que dio origen al filme, no era bisoño en política. El patético duelo de algunos candidatos en vísperas de elecciones lleno de agravios, trampas y conspiraciones -algunas de las cuáles le hacen pases de pecho al Código Penal-, indica que algunas facetas de la ficticia saga, por desgracia, encuentran coincidencias en la vida real.

Lo sensato en esta delicada coyuntura, hubiera sido que el debate de aspirantes lo caracterizara la mesura, la ponderación, las propuestas lúcidas y soluciones creativas a los problemas que nos aquejan, la sabiduría política –sí es que ésta singularidad existe-, pero el ego y el apetito de poder les turbó la razón. Y eso que el currículo de los aspirantes muestra cosmopolita formación en academias del exterior en las que se supondría domaron su carácter pendenciero y asimilaron madurez y conocimientos para evitar que el país siga desintegrándose y emerja la paz con justicia social.

La gente colombiana, en general, es buena, sobrevive con paciencia y poco entiende de ideologías, pero cada vez son más los que tienen la certeza que muchos de los políticos no son honestos, incumplen sus promesas y explotan ilícitamente el poder en beneficio personal y de una minoría con privilegios; desconfían del falso discurso electoral que promete “trabajar por lo social”, genérica definición que minimiza los problemas de pobreza e inclusión social, y les crece la duda de si tienen la prestancia moral y la dimensión de estadistas para sacar adelante el país. Los líderes dejaron de ser un paradigma.

Y, al ‘corromperse la sal’, el efecto demostrativo del dinero fácil y el delito impune permea todos los niveles de la estructura social y contamina desde las altas dignidades hasta a los párvulos.

Es una cadena que se interrelaciona y crece: Corrupción en los sectores público y privado, guerrillas, paramilitares, bandas criminales, delincuencia común, pandillas en los barrios, intolerancia e indiferencia ciudadana, violencia intrafamiliar, matoneo en los colegios. Es imitación: Todos buscan un espacio de poder para explotarlo a su favor, protegerse, ó expresar su resentimiento social.

Recientemente, un conocido escritor que toda la vida ha estado cerca de los círculos del poder, manifestó sin ambages: “Me doy cuenta de que formamos parte de un grupo que maneja casi todo en este país” y “Somos parte de una oligarquía que manda el país”.

Ojalá, con el voto que depositemos hoy en las urnas acabemos, democráticamente, con esa visión arrogante que tanta miseria, violencia y dolor ha generado.

Si voto en blanco, lanzo el sufragio al vacío. Si basado en los punteros de las encuestas, no debería haber escrito esto.

Votaré por Peñaloza: No tiene maquinaria, no es retórico populista, ha sido buen alcalde y no tiene “rabo de paja”. Propiciemos un cambio, nademos contra la turbia corriente.

Credito
POLIDORO VILLA HERNÁNDEZ

Comentarios