Por los cuatro puntos cardinales aparecen iniciativas que procuran el bienestar de la humanidad, la promoción de la cultura, el apoyo a los necesitados, la protección del entorno, el cuidado de los más débiles, la adopción de los huérfanos y muchas otras en las cuales quienes disponen del tiempo, los conocimientos, los recursos o la vocación podrÃan ser útiles y mitigar las carencias y padecimientos de sus conciudadanos.
Lamentablemente existen otros que sólo buscan imitar las iniciativas dañinas, nocivas y espurias en un intento de estar a la moda o copiar las dolencias de otras sociedades.
Es asà como en lugar de escuelas de fútbol pululan las barras bravas; las denominadas tribus urbanas se enfrentan a muerte por cuenta de sus atavÃos o gustos musicales en lugar de promover la composición o la ejecución de sus preferencias o tendencias musicales y como si lo anterior no fuera bastante ha venido a brotar en algunos barrios de la capital del Tolima la descomposición social que se hace evidente con las pandillas y los lÃmites territoriales imaginarios.
Al igual de como sucede en MedellÃn, que a su vez es copia de lo que acontece en Los Ãngeles, Chicago o Nueva York, en barrios ibaguereños como La Gaviota ya se escenifican los enfrentamientos entre pandillas que se saldan con la muerte de quienes sin precaverse deambulan por las calles donde se han establecido las fronteras mortales.
La fórmula para controlar la expansión de tan absurdas disputas no puede ser la negación de la realidad, sino la acción propositiva que busque cortar de raÃz la propagación de la violencia, mediante la oferta de opciones educativas, culturales, deportivas o laborales a quienes se encuentran en la franja que corre peligro de ser reclutada por el hampa, el narcotráfico o la violencia estúpida e inútil. Tiempo sobra para trasplantar a Ibagué la descomposición de otras sociedades y de otras ciudades.
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