Vientos de guerra

A las medidas económicas y políticas se añaden otras más truculentas como son el asesinato de los más destacados científicos iraníes vinculados al programa nuclear.

La persistencia del gobierno iraní en llevar a cabo su programa nuclear está llevando al mundo, casi imperceptiblemente, a un curso de colisión.

Mientras Teherán mantiene que su programa es absolutamente de índole pacífica, en Washington y Tel Aviv se enfatiza que el interés iraní está marcado por el propósito bélico y la intención de obtener una bomba nuclear. A los gobiernos estadounidense e israelí se suman los países de la Unión Europea que han propuesto la aplicación de diversas sanciones, entre ellas una veda a la adquisición de petróleo procedente de Irán a partir de julio del presente año.

Como en un macabro juego de ping pong, Teherán ha ripostado no solamente con una gira para renovar sus lazos con sus aliados de este lado del mundo, sino con una medida más contundente aun, como es la prohibición de venta de petróleo a sus clientes de occidente a partir del pasado domingo, lo que sin duda ha de alterar los mercados internacionales ya de suyo inestables.


A las medidas económicas y políticas se añaden otras más truculentas como son el asesinato de los más destacados científicos iraníes vinculados al programa nuclear.


No menos de cuatro asesinatos en serie han ocurrido, el último en las calles de Teherán en la humanidad del subdirector de la planta de enriquecimiento nuclear iraní, Mustafá Ahmadi Roshan. Existe consenso sobre que el origen de las tareas de exterminio proviene de la Mossad israelí y, por supuesto, esta ni lo niega ni lo acepta.


Más grave aún, crecen los rumores acerca de la intención de Israel de ejecutar ataques aéreos a las facilidades nucleares iraníes, una acción que tendría incalculables efectos económicos, militares, religiosos y políticos, que a todas luces carece de lógica y mucho menos en plena campaña presidencial en Estados Unidos, pero la lógica no es un elemento silvestre entre los “Halcones” de Tel Aviv y Washington  y, mucho menos, en los milenarios enfrentamientos entre Israel y sus vecinos.


¿Será que la insania vuelve a imponerse sobre la cordura y llevará a la humanidad a precipitarse en otro horrendo conflicto?



EL NUEVO DÍA

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