El matrimonio igualitario

En la medida en que se agota el plazo establecido por la Corte Constitucional al Congreso para legislar sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo se alborotan las posiciones y endurecen los argumentos.

En la medida en que se agota el plazo establecido por la Corte Constitucional al Congreso para legislar sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo se alborotan las posiciones y endurecen los argumentos.

La votación en el Congreso fue suspendida para la próxima semana mientras en la Plaza de Bolívar las facciones  a favor y en contra se enfrentaban verbalmente.

Vale recordar que lo que se propone es reconocer el derecho a un segmento de la población a contraer matrimonio con todas las responsabilidades que esa condición trae consigo dentro de la pregonada igualdad que tienen los ciudadanos ante la ley. La conquista  los derechos  y la igualdad de los ciudadanos ante la ley ha sido una lucha de siglos que ha tenido que librarse con sangre en contra de la opresión y los privilegios.

Desde cuando los monarcas reclamaban el poder como un designio divino ha corrido mucha agua debajo de los puentes y, con matices, se ha ido llegando a la igualdad que pregonan las constituciones por encima de circunstancias que no son potestativas de nadie como el venir al mundo con raza, sexo, condición económica, nacionalidad, religión o preferencia sexual.

Basta tomar un ejemplo : si la obsecuente y manipuladora procuradora Ilva Myriam Hoyos hubiese nacido a mediados del siglo XIX en esta Colombia inmortal , habría encontrado que existían esclavos por razón de su raza; que la mujer no podía tener bienes propios ni acceso a la universidad, derecho al voto o a ser elegida. En esa época el Estado era confesional- eso le habría gustado- y el matrimonio legal era el católico. 

La educación era religiosa y la propiedad no era una función social. Todos los derechos enumerados y decenas más que hoy  parecen tan naturales se consiguieron a través de luchas sociales y presión ciudadana. De hecho hace apenas cinco lustros si una persona  quería divorciarse y rehacer su vida con una nueva pareja debía hacerlo en el exterior con toda clase de limitaciones.

La gente tiene el derecho a pensar como se le antoje y a expresar sus creencias políticas, filosóficas o religiosas, lo que no puede es pretender imponerlas a otros a la fuerza mediante la destrucción de libros, censura, persecución o negación del derecho de expresión.

Hay quienes creen que el agua del diluvio universal aún no se ha secado ; añoran la época no de las catacumbas sino de las oscuras cavernas y tiene  aversión a lo acontecido desde la época de La Ilustración hasta nuestros días.

Los ciudadanos tienen derecho a ser tratados en igualdad de condiciones por la ley y tienen  derecho a pensar como les plazca, aunque los hayan dejado caer de cabeza cuando niños y defiendan el nazismo. lo que no pueden es pretender imponer a la fuerza a otros sus creencias y desconocer a otros sus derechos.      

EL NUEVO DÍA

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