De forma y de fondo

Por tanto no debeno debe extrañar que cuando alguna autoridad se le ocurra llamar al orden y exigir el cumplimiento de las normas se encuentre con el desolador paisaje en donde lo usual es que
nadie se inmute en acatar la legislación.

El país se caracteriza por la producción de una voluminosa legislación a la que ni los mismos funcionarios presta atención y, mucho menos, se preocupa por su aplicación o vela por su acatamiento.

Como ocurre con parámetros administrativos, programas organizacionales o sistemas operativos que tan pronto están de moda y, luego, caen en el olvido.

La forma prevalece sobre el fondo y muchos suponen que con solamente enmarcar postulados y colgarlos en las paredes de las organizaciones a que acumulen polvo bastará para que las empresas e instituciones se conviertan en paradigmas de funcionamiento y ejemplos de eficiencia.

En ocasiones ocurre que en la elaboración de la legislación se establecen parámetros que pueden ser utilizados en sociedades más organizadas y con más eficaces recursos sin medir las limitaciones operativas que aquejan a entidades y comunidades del país, por lo que muchas veces las elaboradas normas quedan convertidas en letra muerta que solo se acata formalmente mediante el lleno de formularios o informes pero que, en la práctica, solo es un incordio más para administraciones limitadas por su incapacidad o carencia de recursos.

Por supuesto que con cada nueva propuesta, idea u obligación se multiplican quienes han hecho de la elaboración de mamotretos y el lleno de formularios toda una industria que se nutre de la necesidad e incapacidad de las administraciones y el manejo de ciertas destrezas y jerigonzas que multiplican con la capacidad de reproducción de los ordenadores, sin fijarse en las condiciones y especificidades de los municipios y las regiones, pues al fin y al cabo nadie está pensando en ponerlos en ejecución ni en cumplir con las obligaciones que se derivan de la elaboración de las formalidades, por lo que los únicos que se benefician son los mencionados técnicos que van de municipio en municipio con su maleta de formalidades empastadas.

Por tanto no debe extrañar que cuando alguna autoridad se le ocurra llamar al orden y exigir el cumplimiento de las normas se encuentre con el desolador paisaje en donde lo usual es que nadie se inmute en acatar la legislación y más bien sea la excepción quien trate de acogerse a los delineamientos legales. basta ver lo ocurrido con el Plan de Ordenamiento Territorial de 17 municipios tolimenses, como lo registra el director de Cortolima, Jorge Enrique Cardoso. 

EL NUEVO DÍA

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