Prevención

Solo la prevención y la preparación pueden resultar eficaces en la temporada lluviosa que se inicia. Por ello no se puede perder tiempo ni adoptar una actitud de somnolencia. Hay que activar los equipos de prevención y dotarlos en la medida de las posibilidades.

El Ideam anuncia la temporada de lluvias que se prolongará por tres meses y, a las primeras de cambio, han comenzado a presentarse las tragedias y los desastres.

No puede ser de otra manera si de los estragos producidos por los eventos ocurridos durante el último lustro ni se han realizado las reparaciones y los auxilios a los damnificados no ha llegado a su destino, mucho menos se han puesto en marcha las reubicaciones o las prevenciones obligatorias que fueron puestas en evidencia por el cúmulo de afectaciones padecidas en la pasada temporada de daños generalizados.

Por cierto, el mismo instituto oficial comienza a prevenir sobre la muy posible aparición del Fenómeno del Niño para finales de año, con efectos diametralmente opuestos que obligarán a otro tipo de precauciones.

Pese a los anuncios y experiencias, la preparación para una nueva temporada de contingencias ha quedado postergada cuando no olvidada del todo.

Con los primeros embates del clima se presentan los primeros estragos que pueden convertirse en una terrible cotidianidad. Una montaña se vino abajo en Palmira con saldo de media docena de víctimas. El mismo día en Bucaramanga, en un barrio marginal, un deslizamiento de tierra acabó con un grupo familiar de cuatro personas. Tanto lo del Valle como lo de Santander ocurrió en zonas deleznables a las que se ven obligados a acudir los ciudadanos para menguar sus necesidades de vivienda o trabajo.

Como ocurre a lo largo y ancho del país en zonas de riesgo, bien en las riberas de ríos y quebradas, bien en las laderas inestables de las montañas, pese a los billones de pesos anunciados o dispuestos, que poco han modificado el panorama en los últimos dos años.

Solo la prevención y la preparación pueden resultar eficaces en la temporada lluviosa que se inicia. Por ello no se puede perder tiempo ni adoptar una actitud de somnolencia.

Hay que activar los equipos de prevención y dotarlos en la medida de las posibilidades. Debe proporcionarse el apoyo a los municipios que tienen problemas en sus vías y carecen de los equipos y recursos para repararlas. Pero, sobre todo, debe imperar una actitud de alerta para tratar de mitigar el sufrimiento y las dificultades de la gente.

EL NUEVO DÍA

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