La sociedad tolimense no se ha percatado de que desde 1948 habita en su territorio un ciudadano español que, según el aparato judicial, es un peligroso antisocial.
Entre los numerosos y perversos actos cometidos se cuenta haber construido con el concurso de su esposa (ya fallecida) una pujante empresa que brinda empleo a decenas de colombianos y que, a la vez, se ha convertido en la génesis de muchas otras organizaciones dedicadas a la creación de riqueza, el progreso y el bienestar colectivo.
En el tiempo que le dejan sus ocupaciones y fiel al precepto bíblico ha destinado gran parte de los recursos generados al bienestar de sus trabajadores y sus familias, proveyéndoles de vivienda, educación y bienestar.
Entre sus logros y tras dos ocasiones en las que se vio al borde de la quiebra ha sacado adelante una empresa agropecuaria, una de fumigación aérea, un molino; ha reforestado fincas y promovido una cooperativa para el avance de la actividad agropecuaria, sus afiliados y trabajadores.
Con su esposa donaron las tierras donde funciona un ancianato que da albergue y cuidados a más de 100 ancianos internos y cientos externos. Allí construyeron con sus recursos la capilla, permanentemente han salido al quite a las afugias económicas de la institución y en los últimos años construyeron un edificio de apartamentos para contribuir con el producto del arrendamiento de los mismos al sostenimiento de la entidad de beneficencia.
Como se decía construyó un barrio para vivienda de sus trabajadores y allí levantó una iglesia para los servicios religiosos de la comunidad; también ha estado detrás de programas para suministrar vivienda para uniformados heridos en cumplimiento de su deber.
Su apoyo se advierte en entidades como la Universidad de Ibagué, Serviarroz, Comfatolima y muchas otras que siempre han recibido en forma anónima su apoyo generoso.
Con más de 64 años de vida ejemplar en la región la sociedad no había tenido manera de saber que estaba en presencia de una reedición de la novela clásica del doctor Jekyll y míster Hyde, pues según aseveran prestigiosos abogados y les coadyuvan pulquérrimos jueces y fiscales, el ciudadano en mención, a los 94 años de edad y con esa hoja de vida debe ser privado de la libertad por sus fechorías, en compañía de cuatro de sus colaboradores que le han asesorado en tan siniestras actividades.
En otras latitudes a ciudadanos con esos antecedentes la sociedad les rinde homenajes y las autoridades les brindan reconocimientos. Aquí se abusa de ellos y se les somete a escarnio.
Hacemos votos para que brille la justicia y se aclaren los hechos que se le imputan, pues si bien nadie debe estar por encima de la ley, de ninguna manera es aceptable que se utilice el aparato judicial para oscuras manipulaciones y abusos.
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