Cada año se ve con mayor claridad y, por supuesto, con mayor preocupación, la situación tanto del departamento como de su capital, en lo que se relaciona con las temporadas de lluvias. Si muchas veces un solo aguacero, de cierta intensidad y duración, origina emergencias en varios puntos neurálgicos de la región, una secuencia, como la que actualmente vivimos, y que parece se prolongará hasta mayo, pone en jaque al departamento entero y deja al desnudo la verdadera cara de los gobiernos que van pasando sin solucionar ese estado de alta vulnerabilidad en que se encuentran prácticamente todas los municipios tolimenses.
Este medio ha informado permanentemente sobre el estado deplorable de carreteras, especialmente secundarias y terciarias, que han quedado totalmente bloqueadas por derrumbes, por acumulación de barro, por fracturas del terreno, remoción de masas, inundaciones, etc, lo que deja a varios miles de tolimenses afrontando grandes incomodidades pero, además, deja a la economía regional con grandes pérdidas, especialmente en el sector agropecuario.
El riesgo de desastres alcanza también a las viviendas rurales y de los cascos urbanos de varios municipios que sufren en varios lugares por la vulnerabilidad en que los deja los taludes, la ausencia o la escasa capacidad de las redes de alcantarillado, las pendientes peligrosas de algunas calles, o el estado de deterioro de muchas edificaciones particulares y públicas, entre varias otras anomalías que se presentan hace años y que, ante una secuencia lluviosa como la actual, quedan totalmente expuestos a sufrir una tragedia.
Sería de la máxima importancia que las autoridades departamentales y las de cada municipio informaran a sus comunidades de los sistemas de alertas tempranas y se instruyera debidamente sobre las acciones preventivas y sistemas de evacuación en eventos relacionados con lo que nos espera, ya que, según el Ideam, vendrían granizadas, vendavales, crecientes súbitas, avenidas torrenciales y deslizamientos.
Articular los comités locales, preparar con presupuesto y elementos de atención de desastres a las regiones y mantener los sistemas de información al máximo de su eficiencia, son medidas mínimas que ya deberían estar tomando los gobiernos ante la advertencia que ha hecho el Ideam.
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