El Colegio San Bonifacio de las Lanzas obtuvo el segundo puesto en el XII Premio Nacional al Inventor Colombiano 2022

El pasado 30 de noviembre el grupo perteneciente al semillero de Investigación en Ciencias Naturales y Educación Ambiental ganó el segundo puesto con la invención “ECOLEOSORF – Sorbente de petróleo de alta eficiencia construido a partir de mezclas de polipropilenos extraídos de tapabocas reciclados”.
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El colegio San Bonifacio de las Lanzas, fue nominado en la categoría Juvenil del XII Premio Nacional al Inventor Colombiano 2022, donde participan jóvenes hasta los 20 años de edad. La nominación se otorgó al trabajo realizado por el semillero de Investigación en Ciencias Naturales y Educación Ambiental, el cual se constituyó en el año 2012. En este, los estudiantes, que poseen la vocación y tienen un alto interés por la investigación hacia las ciencias naturales y el medio ambiente, pueden fortalecer sus competencias a través de un proceso de formación que les permite formular proyectos de investigación y desarrollar el componente experimental en los laboratorios de ciencias.

Para este año, el grupo de investigación del Colegio, conformado por las estudiantes, del grado octavo, Sandra Carolina Ramírez Giraldo y Valeria Sánchez Zambrano y liderado por Jorge Alejandro Guarnizo Liz, docente de ciencias naturales, biología y química del colegio; logró posicionarse entre los más destacados en el orden nacional, obteniendo el segundo puesto con la invención “ECOLEOSORF – Sorbente de petróleo de alta eficiencia construido a partir de mezclas de polipropilenos extraídos de tapabocas reciclados”.

La idea de la invención surgió del análisis de dos problemáticas: la primera, la disposición inadecuada de los tapabocas, sin mencionar, que en Colombia es un tabú el aprovechamiento de los residuos hospitalarios, dado que estos generan un alto riesgo biológico; y la segunda, un gran impacto ambiental por los derrames de petróleo, pues en el país no se suelen fabricar productos que permitan atender las emergencias generadas por los derrames de petróleos.

Jorge Alejandro Guarnizo Liz, docente de ciencias naturales, biología y química del colegio.

“Cuando comenzamos a estudiar los materiales de los tapabocas, notamos que coincidieron algunas de sus propiedades, tanto físicas como químicas, con las de los materiales que se utilizan en los productos empleados como contingencia en los derrames de hidrocarburos; fue entonces, cuando vimos la oportunidad de poder enlazar ambas condiciones, con esa luz dimos inicio a diseñar lo que podríamos fabricar y plantear como una solución. Finalmente, a través de las pruebas, verificamos que evidentemente teníamos una alta capacidad para poder solucionar ambas problemáticas”, relata el docente Alejandro Guarnizo.

Un reto adicional que surgió con la investigación consistió en que, para poder realizar algún tipo de procedimiento con estos materiales de riesgo biológico, era necesario que el grupo hallara una metodología para desinfectar los tapabocas y así poderlos manipular de una forma segura.

“Para solucionar este obstáculo lo que hicimos fue diseñar un dispositivo de recolección y desinfección, el cual arrojó resultados muy buenos, pues pruebas microbiológicas realizadas no mostraron presencia de ningún microorganismo patógeno, ni bacteria en los tapabocas aprovechados, comprobando su eficacia”, afirmaron las estudiantes.

En la última fase, el equipo enfocó su trabajo en verificar, a través de pruebas, la efectividad del diseño de su invención.

Las estudiantes Valeria Sánchez Zambrano y Sandra Carolina Ramírez Giraldo.

“Para eso diseñamos y desarrollamos pruebas, tanto en ecosistema terrestre, como en ecosistema acuático; hasta que finalmente obtuvimos un prototipo que pesaba 50 gramos, 40 de los cuales era de los polipropilenos extraídos de los tapabocas y los otros 10 gramos, era el peso de la tela, la cual tiene capacidades oleofílicas e hidrofóbicas que repelen la mayor cantidad de agua y permite el paso de materiales oleosos como el petróleo, que arrojó como resultado un prototipo que absorbe hasta ocho veces su peso en ecosistemas terrestre y hasta seis veces en ecosistema acuático”, relatan con entusiasmo las estudiantes.

El día 30 de noviembre se realizó la ceremonia de premiación en la ciudad de Bogotá, obteniendo el Colegio San Bonifacio de las Lanzas el segundo puesto a nivel nacional, y recibiendo una mención y reconocimientos de la Superintendencia de Industria y Comercio SIC, así como de la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual OMPI. Adicionalmente, el Colegio obtuvo la posibilidad de participar en el programa de Inventores PAI SIC–OMPI.

Credito
Lorena Mendieta | EL NUEVO DÍA

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