Reciba bien los elogios, son un regalo

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Una incorrecta comprensión de la modestia es, posiblemente, lo que hace que muchas personas respondan en forma inadecuada cuando reciben un cumplido, cuando exaltan su mérito, reconocen su esfuerzo, o le agradecen un favor recibido.

Esto es, infortunadamente, un hábito muy arraigado y debe corregirse; no sólo porque es desconsiderado con quien agradece o exalta, sino también porque no contribuye a consolidar la buena costumbre de ser agradecidos y reconocer el mérito de los demás, lo que es muy importante para estimular el deseo de servir, la solidaridad, el compromiso,  el deseo de asumir retos y alcanzar metas.

Es por ello que llamo su atención sobre la importancia de que:


*  Cuando alguien le dé las gracias por algo que usted hizo para apoyarle, no se le ocurra responder: “por nada”, “de nada”,  “eso no fue nada”,  “tranquilo”, “pero de qué”, “ni lo mencione”, etc. Lo correcto es decir: “con gusto”;  “fue un placer”;  “qué bueno haberle podido colaborar”... etc. Tenga en cuenta que cuando usted responde: “no fue nada”, es posible que quien le agradeció, piense que exageró y que en verdad lo que usted hizo fue insignificante; ello podría inducirlo a pensar que si fue tan fácil, puede pedirle favores en forma repetida y sin agradecerle.


* Cuando entregue un obsequio y quien lo recibe se lo agradezca, no responda: “es una bobadita”, “perdone lo poquito”, “es una pendejada, pero con cariño”, “ni lo abra porque es algo muy sencillo”. Con esto, quien lo recibe puede pensar que dio algo por salir del paso o que realmente poco lo aprecia por el escaso interés que aplicó al seleccionar el regalo. En su lugar, diga “me alegra que le haya gustado”, “es con mucho gusto”, “espero lo disfrute” o algo similar.
*  Cuando le entreguen un reconocimiento o le hagan un homenaje por sus logros, no se le ocurra decir:  “...en realidad no me lo merezco”, “esto es demasiado...”, “es algo inmerecido porque ...”;  tales expresiones subestiman su trabajo y pueden dejar la impresión a los asistentes o a quienes ofrecen el homenaje que no fue acertado el juicio al calificar su trabajo. Por el contrario, exprese su entusiasmo por el reconocimiento y lo gratificado que se siente y, claro, si es del caso hágalo extensivo a sus colaboradores, pero no minimice sus realizaciones.


*  Cuando le digan que su traje nuevo le queda bien, que el corte de pelo le luce o que está bonita o chusco, no diga: “lo compré en una ganga”, “es un traje viejo que me refaccionaron”,  “que va... me lo cortaron demasiado” o “váyase a burlar de otro”... etc, etc, cuando la verdad es que si está estrenando, se siente genial con el nuevo corte y ese día puso especial esmero para lucir bien. Sea positivo, dé las gracias por haberlo observado, por  lo bien que le hace sentir, porque le anima el día; en fin, diga unas palabras amables a quien se ha tomado el tiempo para observarle y expresar algo amable, no lo haga sentir mal al dar una insulsa interpretación a sus conceptos.   


* Al finalizar una cena o una reunión que usted ofrece, y los invitados le expresan que la comida estaba deliciosa, que el vino era estupendo, o que pasaron muy bien, no diga: “de nada”, “perdone lo poquito”, “feito pero con cariño”, “disculpen, es que no tuve mucho tiempo para prepararlo”, “perdonen lo mal atendidos”, “la próxima vez sí les doy algo rico”, “hubiera querido atenderles mejor, será en otra ocasión”.  Por qué tanta dificultad en decir: “qué bueno que les gustó”, “me alegra que hayan disfrutado”, “qué bueno, eso me anima para invitarles de nuevo”, entre otras posibilidades. ¿Por qué empecinarse en no creerle a las personas y desconocer su opinión?


Cuide también la expresión de su  rostro, que ésta sea consonante con el mensaje que expresa, demuestre alegría y entusiasmo por haber podido servir, recibir o merecer, y no indiferencia,  incredulidad  o aburrimiento.
Los buenos y los malos hábitos son el resultado de la repetición de un comportamiento y, si son buenos, es importante que se arraiguen profundamente, hasta surgir en forma espontánea sin que haya alguien atrás recordándole que debe actuar de esta u otra forma. Es allí donde juegan un papel trascendente los padres y los maestros que deben ocuparse de ello para asegurar que los niños, desde los primeros años, adquieren los hábitos y comportamientos correctos, asegurando por supuesto, que la enseñanza no se limite al discurso de los mayores, sino que la confirman en la práctica continuada, pues bien se dice que “nada enseña más que el ejemplo”.
En suma, cuidemos nuestra forma de comunicarnos, aún en asuntos que pudieran parecer insignificantes, pero que no lo son,  porque afectan en forma profunda los sentimientos y el comportamiento de los demás y determinan la imagen que usted proyecta.

Credito
MARTHA CRUZ

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