PUBLICIDAD
Han pasado 28 años desde que el periódico El Nuevo Día, en su primera edición, publicó una nota en la que evidenciaba el deterioro de varios escenarios deportivos y la promesa de futuras construcciones que llenaban de expectativa a los ibaguereños, sobre todo a una generación entera de deportistas que clamaba mejores instalaciones.
Como si el tiempo no hubiera corrido, las palabras de esa publicación, titulada ‘Escenarios deportivos: buenas intenciones’, podrían encajar con la historia reciente: “Mientras el alcalde y el director de Coldeportes tienen buenas intenciones para el futuro, los deportistas insisten en que están practicando sus disciplinas en medio de las mayores carencias”.
En el fondo, el problema es el mismo, pero las circunstancias son diferentes. Para noviembre de 1992, la negligencia tenía en estado calamitoso escenarios como el estadio Manuel Murillo Toro, el velódromo y las piscinas olímpicas. Y en los últimos años, una combinación de descuido institucional y descarada corrupción, acabaron con la infraestructura deportiva.
En ese entonces, ‘El periódico de los tolimenses’ mostró en sus primeras páginas la preocupación ciudadana por el riesgo que representaba para los aficionados las fallas en el estadio y el desaparecido velódromo del Parque Deportivo, así como la falta de servicio de las piscinas olímpicas dado que, en una muestra de ineficiencia, no recibían mantenimiento.
“La falta de divulgación, organización de competencias y la poca ayuda económica, estatal y privada hacen del deporte y sus escenarios, unos monumentos al olvido”, fue la conclusión a la que se llegó en ese momento, aunque el alcalde Rubén Darío Rodríguez, posesionado pocos meses antes, y el director de Coldeportes en el Tolima, Sergio Salgado, se comprometieron a actuar con diligencia.
Conscientes de las deficiencias y los reclamos ciudadanos, el mandatario expresó su intención de intervenir el Murillo Toro con recursos propios, al tiempo que Salgado anunciaba que se iban a recuperar y poner en servicio el diamante de béisbol, las piscinas y el coliseo, un anuncio que tomó fuerza por la solicitud de presupuesto que hiciera Miguel Ángel Bermúdez, entonces director nacional de Coldeportes.
Había con qué trabajar
La infraestructura deportiva que tuvo la capital del Tolima hasta 2014 no estaba al nivel de otras regiones del país y mucho menos estaba a la vanguardia del deporte internacional, pero sí prestó una utilidad pública aceptable para el desarrollo de las disciplinas y las actividades recreativas que demandaba una ciudad intermedia como Ibagué.
Buena parte de ese equipamiento llegó de la mano de los Juegos Nacionales de 1970, un certamen que le dejó a Ibagué escenarios como piscinas olímpicas, coliseo cubierto, velódromo y el Parque Deportivo. Por décadas, la ciudad no adelantó más inversiones en esa materia.
De acuerdo con el veedor ciudadano Humberto González Saavedra, la Unidad Deportiva de la calle 42 prestaba servicio a la comunidad ibaguereña en un 80% mientras que el Parque Deportivo funcionaba en un 70%. Por su parte, el estadio Manuel Murillo Toro, emblema del fútbol en el Tolima, también operó sin complicaciones.
“En ese periodo hubo una estabilidad para que la gente practicara el deporte en términos normales. Hubo fallas y algunas cosas se podían perfeccionar en los escenarios, pero cumplían su función y el manejo era aceptable”, afirmó González, una de las personas que mejor conoce la historia del deporte en la ciudad.
Sin embargo, según explicó el también veedor Fernando Varón Palomino, Ibagué se fue quedando con escenarios que no estaban adaptados al contexto cambiante del deporte nacional y mundial, y la idea de renovar la infraestructura se hizo cada vez más apremiante. De ahí que se buscara la designación como sede de los Juegos Nacionales de 2015.
Con la organización de esas justas, la ciudad le apostaba no solo a renovar su infraestructura deportiva con obras modernas y equiparse de implementos de última generación, sino poner a Ibagué en el radar en los ámbitos nacional e internacional, además de estimular los sentimientos de orgullo y unidad por la región. Pero nada de eso pasó.
Volver a empezar
Con semejante enredo, el exalcalde Guillermo Alfonso Jaramillo se tomó buena parte de su Gobierno en pleitos jurídicos, liquidando contratos, elaborando un estudio para conocer el estado de los escenarios y realizando nuevos diseños. Al final, se habilitaron el estadio alterno de fútbol, el patinódromo y el estadio de atletismo en el Parque Deportivo.
En la actualidad, el Gobierno de Andrés Fabián Hurtado avanza en el ajuste y la viabilización de diseños para publicar las licitaciones de la pista de BMX, el complejo de raquetas y el tejódromo, así como las piscinas de las Unidad Deportiva de la calle 42. Se espera que en diciembre estén colgados los procesos y las obras puedan iniciar en 2021.
En octubre pasado, la Administración entregó las obras de urbanismo y paisajismo del Parque Deportivo, mientras que las de la calle 42 están en un 64.5%. La pandemia y las medidas restrictivas impidieron que las obras se pudieran desarrollar de acuerdo con el cronograma, por lo que el contrato tuvo una prórroga de 120 días.
La licitación del Coliseo Mayor, obra financiada en su totalidad por el Gobierno nacional, se reactivó el pasado viernes luego de una suspensión de varios días en los que se analizaron las observaciones de los seis consorcios que están interesados en el contrato. Por su parte, la Gobernación prometió financiar la terminación del Coliseo Menor y el complejo acuático del Parque Deportivo.
Además, el fin de semana anterior iniciaron los trabajos de adecuación del estadio Manuel Murillo Toro requeridos para ser una de las sedes del Campeonato Sudamericano de Fútbol Sub-20, que se celebrará en febrero de 2021. Allí se contempla construir varios camerinos, una sala de doping, un centro de prensa, una zona VIP, un museo, entre otras exigencias.
Indignación
Aún tienen eco algunas frases pronunciadas antes y después de la vergüenza nacional: “Vamos a tener los mejores Juegos Nacionales de la historia aquí en Ibagué”, dijo el presidente Juan Manuel Santos. “Tenemos que decirles a los ibaguereños y tolimenses que los Juegos Nacionales de este año van a ser históricos”, aseguró Andrés Botero, director de Coldeportes. “Ni yo me voy a morir ni la ciudad se va a acabar”, afirmó el alcalde Luis H. Rodríguez ante el fracaso del evento.
Los veedores coinciden en decir que lo ideado como una oportunidad de oro para que Ibagué se dotara con escenarios de talla internacional, terminó en una hecatombe resonante que provocó la ambición desmedida y una extensa cadena de irregularidades que no fueron atendidas pese a las voces que pusieron las primeras y subsiguientes alarmas.
A la postre, la Contraloría General de la República estableció hallazgos fiscales por más de $66.000 con motivo de las graves irregularidades que detectó en la ejecución de los contratos de diseño y de obra. Entre tanto, han sido condenados exservidores públicos como Oswaldo Mestre, secretario de Hacienda; Carlos Heberto Ángel, gerente del Imdri y Orlando Arciniegas, asesor externo de la Alcaldía. El exalcalde Luis H. continúa su proceso judicial.
Después de los Juegos, los ibaguereños se acostumbraron a ver la enorme excavación en la Unidad Deportiva de la calle 42 y el tierrero en el que quedó convertido el Parque Deportivo, calificado en 2016 como el ‘elefante blanco’ más grande del país por Camilo Enciso, entonces zar anticorrupción del gobierno Santos.
De acuerdo con Varón, es cierto que los escenarios heredados de los Juegos Nacionales del 70 requerían de inversión para estar a la vanguardia, pero funcionaban dignamente y en ellos se preparaban los deportistas de la región con sacrificio y esfuerzo. El abogado remarcó que de este episodio solo quedó el sueño de ser una ciudad del deporte.
Comentarios