Tolimenses, a construir agendas comunes por la sostenibilidad

Crédito: SUMINISTRADA/EL NUEVO DÍAPsicología de la Sostenibilidad en los empresarios del Tolima
Es curioso cómo en tiempos de preocupaciones por el cambio climático, los medios de comunicación nos aturden con la inminente dominación intelectual de la inteligencia artificial a través del Chat-GPT y de otros recursos autómatas que despiertan tanto dudas como miedos. Estos temas giran en torno a las mismas cuestiones originadas desde la filosofía griega hasta nuestros días: quiénes somos, hacia dónde vamos y cuál es nuestro propósito en la vida. Pensamos en el clima, pensamos en el desarrollo tecnológico, pensamos en el futuro. Pensar en lo que nos va a pasar nos quita el sueño, nos inquieta y a la vez nos moviliza. El movimiento es una constante en la vida de los seres humanos, nos caracteriza como una especie en viaje, una especie que desde que se vio a la sombra de una hoguera, supo que habría posibilidades, mundos por explorar, viajes desafiantes hacia lo desconocido; el futuro se nos plantea como un sueño y como una realidad.
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Justo en el momento en el que afrontamos la peor crisis registrada a nivel ambiental, también nos sentimos retados por inteligencias artificiales que lo saben todo y lo que no, lo aprenden a la velocidad de la luz.  Ambos fenómenos son paralizantes a nivel empresarial pues ponen en riesgo el empleo, la productividad, la confidencialidad y la sostenibilidad definida como la manera en que un sistema vivo se mantiene productivo con el transcurso del tiempo. Cuando hablamos de sostenibilidad (a diferencia de la sustentabilidad) incluimos en el desarrollo la triple condición de economía, ambiente y sociedad, y asumimos como métrica oficial de sostenibilidad los Objetivos para el Desarrollo Sostenible ODS, establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y plasmados en la agenda 2030 para “lograr un futuro mejor”. 

Tenemos una obsesión con el futuro, no cabe duda, pero ¿qué tanto nos interesan los ODS? o ¿qué tan motivados estamos concretamente para actuar sobre ellos?, o ¿qué tan capaces nos sentimos de realizar una acción determinada por la sostenibilidad? son cuestiones sobre las cuales no tenemos mucha claridad. Por eso, desde el 2022, la estudiante Valentina Munar del Semillero Con+Tacto Organizacional de la Universidad de Ibagué, en alianza con el Instituto de Desarrollo Regional de la misma institución y la ADT, han venido trabajando con un grupo de empresarios del Tolima en un constructo conocido como “psicología de la sostenibilidad” de Di Fabio y Rosen (2020), bajo el supuesto de que nuestra forma de racionalizar la sostenibilidad nos dispone a tomar decisiones y a comportarnos de cierta manera; esto supone un análisis del interés, la motivación y la autoeficacia percibida, que bien podría describir el estado mental hacia los ODS en un grupo de empresarios, pero al final lo que intenta es poner sobre la mesa un comparativo de variables intrapersonales para la reflexión individual.

Académicos y empresarios: ideas para ser agenciadas 

En talleres denominados “Encuentros Regionales” logramos aplicar el Inventario de Psicología hacia los ODS en 81 empresarios de los municipios de Ibagué, Espinal, Melgar, Líbano y Honda. Bajo la metodología de taller, los participantes luego de responder el inventario trazaban un mapa de viaje que los invitaba a pensar desde una metodología apreciativa aquello que han hecho bien en el pasado y que podría aprovecharse en un escenario a futuro, pero incluso, les pedimos que idearan formas de conectar con dicha posibilidad de futuro a través de un prototipo con fichas de lego, convirtiendo las ideas en objetos palpables. 

Para describir los principales hallazgos, agrupamos los 17 ODS en 4 categorías: objetivos asociados con la biósfera, objetivos relacionados con la sociedad, objetivos vinculados con la economía, y en una sóla categoría el ODS 17: alianzas para el logro de los objetivos. Los empresarios del Líbano y el Espinal lograron un mejor desempeño en la primera categoría; Honda y Melgar se destacaron a nivel social; Ibagué en términos económicos, y en el ODS 17, lideró los resultados seguido en orden por Líbano, Espinal, Melgar y Honda. 

Tres asuntos nos resultaron atractivos como investigadores: 1) Que las puntuaciones de interés, motivación y autoeficacia descienden de una variable a otra; los participantes reportaron un alto interés en la mayoría de los ODS, una alta motivación para actuar concretamente en algunos, y una alta percepción de poder actuar en unos pocos. 2) Que las puntuaciones del ODS 17 (alianzas para el logro de los objetivos) están directamente relacionadas con la autoeficacia, es decir que aquellos empresarios que se perciben más capaces de hacer algo por los ODS son aquellos que posiblemente tienen mayores facilidades para construir redes con otros grupos de interés. 3) Cuando les pedimos que volvieran objetos las ideas de cambio hacia la sostenibilidad, estas ideas no se planteaban como cambios que los mismos empresarios podrían agenciar, sino como prototipos de solución que requieren grandes inversiones e intervenciones de otros. 

De esta experiencia se pueden concluir varias cosas. Primero, es necesario el diseño de escenarios posibles y viables hacia la sostenibilidad, pero desde una perspectiva de apropiación de las ideas para ser agenciadas por quienes las proponen, más que como un pliego de peticiones o cartas al Niño Dios. Segundo, que para lograr la apropiación de las soluciones deberíamos preguntarnos por aspectos fundamentales como cuál es nuestra propia perspectiva de desarrollo, de qué manera definimos sostenibilidad o qué entendemos por ella y, en consecuencia, cuáles serían nuestros objetivos por el desarrollo sostenible, porque quizás no sean los mismos que los del marco europeo de las Naciones Unidas sino otros. Tercero, es indispensable favorecer espacios para el trabajo colaborativo, para fortalecer la confianza entre empresarios y, en general, entre todos aquellos actores que necesitan sentirse en comunidad para trabajar por un objetivo común; estos espacios deben desvincularse de los talleres académicos en los que muchas veces la conclusión es que necesitamos otro taller para saber qué hacer, es decir, deben planearse agendas comunes de acciones por la sostenibilidad con metas puntuales de corto plazo, agendas que emerjan del contacto informal y directo entre los interesados, que inviten a la reflexión y a la acción, que hagan seguimiento y que reporten abiertamente los resultados. 

Eso conduce a los Tolimenses a pensar seriamente en la posibilidad de ver a la universidad como un laboratorio y no sólo como un escenario para la transmisión de conocimientos. Si bien le estamos apostando a la bioeconomía como motor del desarrollo del Departamento, o a la transición energética o a las industrias 4.0, es vital contar con procesos bien orientados de innovación social que nos permitan aprender a trabajar juntos. Es un hecho que la autoeficacia aumenta en un escenario colectivo de alianzas que apoyen los cambios. 

Cuesta trabajo no ser optimistas frente al futuro empresarial del Tolima ya que tenemos ideas, intereses comunes y motivación. Podemos arrancar con lo que ya tenemos y sobrepasar poco a poco los obstáculos de transición hacia la sostenibilidad. Al final, el cambio climático es un detonador de nuevas prácticas que pueden ser incluso interesantes y nos permitirán vencer la dependencia a ciertos elementos contaminantes; la inteligencia artificial también puede ser la oportunidad para profundizar los estudios sobre inteligencia (humana y artificial) con todos los cuestionamientos de su alcance e implicaciones éticas. Estos y otros retos son una fuente de energía, una invitación al movimiento, en otras palabras, un recuerdo de lo que somos: un sistema vivo que busca mantenerse productivo con el transcurso del tiempo.

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Credito
Juan José Torrente Rocha

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