Así los recibe y despide Ibagué

Delincuencia, sectores marginados, problemas en la malla vial y ausencia de las autoridades son las principales problemáticas que aquejan las vías que conducen a la capital.

Bien decía un columnista de esta casa editorial recientemente al referirse que la entrada y salida de Ibagué “¡da pena! Los buses y particulares que llegan o salen de la Capital Musical, por esa vía hacia Bogotá o Armenia, tienen una impresión inicial y un recuerdo final de un pueblo en franco y acelerado deterioro”. 

Ibagué, ciudad que está ubicada estratégicamente en el centro colombiano, hoy paso obligado de gran parte del transporte del país, deja la percepción de una capital con problemas de infraestructura y de desempleo, insegura y que se ha quedado corta en su lucha contra el desplazamiento y la presencia de habitantes de la calle.  

A lo anterior, se le suma que el alto tráfico vehícular y la contaminación ambiental obligaron a que el Municipio, por medio del decreto 1-1025 del 13 de diciembre de 2012, determinara nuevas rutas únicamente para la salida de los automotores que van hacia los distintos puntos cardinales del país, así:  

“Los vehículos de servicio público que salen del Terminal hacia el Espinal, Alvarado o Rovira, lo harán por la calle 22 tomando la carrera Primera, hasta llegar a la calle 25 y de ahí llegar al puente de La Cartagena para tomar la variante Ibagué”.  

Contrario ocurre con los vehículos que van hacia el occidente del país (Quindío), ya que la ruta es: “La calle 22 con carrera Primera, hasta la Avenida Sur, para salir por el barrio Boquerón”, explica el Decreto.  

Es así como EL NUEVO DÍA hizo el ejercicio de observar cada uno de los sectores que visualizan los pasajeros que salen y retornan a la capital tolimense, teniendo como punto de partida la Terminal de transporte, y esto considerando que a diario, en promedio, mil 50 buses ingresan a la Terminal, de los que cerca de 820 tienen que tomar la nueva ruta. 

¡Salgamos y retornemos por el occidente del país!

Delincuencia, sectores marginados, ocupación del espacio público, ventas informales y caos vehicular es, en resumen, lo que se puede apreciar en todo el recorrido para salir de Ibagué y dirigirse al Occidente del país. 

La maratón de obstáculos a la que se tienen que enfrentar los conductores que transitan por esta carretera se vuelven particulares en cada zona y hora del día en la que se va avanzando. 

Por ejemplo, Elkin Javier Cruz, conductor de Transporte Cafetero, describe un recorrido lleno de peligros para ellos (conductores y pasajeros) y costoso para las empresas.

“Salimos por la carrera Primera con calle 22. De ahí en sentido Oriente - Occidente llegamos a la calle 19, donde hay inseguridad, y con ese panorama seguimos hasta el sector del Combeima”, describe Cruz. 

Dicha imagen es resultado del desorden que generan los vehículos que se parquean en los talleres de carros, los habitantes de la calle, recolectores de basura que hacen su trabajo en los andenes e incluso sobre patrimonios, como es el monumento de la antigua locomotora. 

Las personas que habitan el sector también expresan testimonios de vergüenza con los turistas que bajan asustados a abordar taxis, e incluso como Carlos Andrés Herrera, ven con normalidad que alrededor de las terminales de cualquier lado del país siempre existe la percepción ya descrita. 

Cruz sigue su recorrido: “En el Combeima nos azota la delincuencia que se alía con los huecos que hay en el sector. No importa si es de noche o de día. A cualquier hora es peligroso transitar”. 

Reseña que por los muchos ‘huequitos’ que hay en la avenida Sur los transeúntes se ven expuestos a que los mojen con las lagunas que se forman en el sector por el colapso de los colectores de aguas lluvias o incluso a que reciban todo el polvo que levantan los carros en épocas de verano. 

También hay problemas de inseguridad, “a algunos conductores los han atracado por las ventanas, al igual que a los pasajeros. Además, este deterioro de la capa asfáltica resulta costoso, porque daña la suspensión de los vehículos que siempre tienen que marchar en perfectas condiciones”, dice Cruz. 

Adicional a esto, sobre el sector también se evidencia una ciudad deprimida por cuenta de barrios como San José y Avenida. 

Pero el panorama va cambiando hasta el punto que en la avenida Ricaurte hay una Ibagué comercial y de desarrollo microempresarial que se dinamiza de distintas maneras en el día y en la noche. 

En el día, se pueden observar negocios, movimiento en el Hospital del Sur y alto tráfico de buses de transporte público que entran y salen de ‘la Musical’.

Por la noche, hay un corredor más trasnochador, ocupado por vendedores informales, hombres noctámbulos que buscan en las basuras que se recolectan en el día algo que comer, además de camiones, tractocamiones que movilizan por este importante corredor toda clase de productos que van a otras partes del país. 

La misma visión se tiene llegando a cruzar el Batallón Rooke - Cantón Pijao, hasta encontrarse con el barrio Miramar, un sector que se caracteriza por una alta presencia de moteles; finalmente, se llega a la punta del Sur de la ciudad, el barrio Boquerón, donde se ubican estaderos, restaurantes, paraderos, talleres de carros que despiden y reciben la Capital Musical por el mismo trayecto. 

¡Salgamos y retornemos del Oriente y Norte del país!

Al recorrer las calles por las cuales se desvían los buses de la Terminal cuando van hacia Bogotá o hacia Honda, se percibe que las fallas en la infraestructura de las vías, la falta de permanencia de agentes de seguridad, la mala señalización y el poco alumbrado público son factores negativos y muy notorios para cualquier pasajero a la hora de viajar. 

Está también la calle 25, que conduce al barrio Las Ferias, ahora vía obligatoria para quienes viajan en transportes intermunicipales; además de ser una zona residencial, es un sector donde las calles no tienen la capacidad necesaria­ para soportar el peso de los vehículos, pues desde que se tomó esta ruta como salida de la ciudad, las mismas se han visto más deterioradas.

Merly Caicedo, comerciante del barrio, asegura que “es incómodo que pasen los buses por aquí; antes había menos movilidad, y ahora hay más huecos. Después de las 5 p.m. se pone más peligroso”.

Así mismo, Marelby Meneses comentó a EL NUEVO DÍA que en días pasados su hija casi sufre un accidente por el mal estado de la vía, ya que hacia su casa fue despedido un accesorio de hierro de un carro que se había quedado atrapado en la calle de enfrente mientras intentaba atravesarla. 

La problemática la corrobora Óscar Becerra, conductor de la empresa Velotax: “La calle 25 tiene muy deteriorada su capa asfáltica y debería tener buena infraestructura para que sea algo bien visto, de modo que los pasajeros que vienen de otras ciudades no vean esa parte tan fea, que además genera inseguridad”.

Según Rafael, habitante del barrio El Refugio, “las calles estaban buenas, pero apenas empezaron a pasar los buses intermunicipales se deterioraron”. 

Pero esta no es la única dificultad o fachada negativa que hay al salir de Ibagué. Al dirigirse a cualquiera de las dos ubicaciones del país ya nombradas, sea Oriente o Norte, también es necesario pasar por otros barrios antes de llegar a la Variante, por eso los barrios El Refugio, La Cartagena y La Martinica hacen parte de este recorrido. 

Los sectores por los que pasaría un visitante que llega y sale de Ibagué generan temor y zozobra. Más allá de la mala infraestructura de las vías, es el entorno social por el que se conducen los vehículos intermunicipales.

Son calles que, además de permanecer solitarias en el día, están completamente abandonas y oscuras en las noches; la falta de presencia de la Policía de Tránsito es permanente, y la señalización para el continuo ir y venir de automóviles no es suficiente.

Así mismo, las invasiones alrededor de la vía son un gran riesgo para quienes viven dentro de estas casuchas, y el tránsito muchas veces a alta velocidad de buses y mulas genera miedo.

En la Variante, a pesar de ser una vía excelente en infraestructura, la delincuencia y la prostitución en horas de la noche son el pan de cada día. 

Mujeres estacionadas en las esquinas de los largos trayectos que comunican todo el sector esperan a ser recogidas por los conductores que se transportan por allí, para un único fin: sexo.

De igual forma, motos estacionadas a lo largo de la carretera son la clave exacta de que hay quienes por su parte sólo buscan robar al que se ‘duerma’.

Aeropuerto Perales

La falta de cunetas, desagües y un sistema de alcantarillado e indudablemente, de inversión, han hecho que la vía que conecta el aeropuerto Perales con el Parque Deportivo se convierta en un sector intransitable. 

La vía corta, que tiene alrededor de cinco kilómetros, está acabada; los cráteres que hay han generado en todo su recorrido daños en carros, hasta tal punto de convertirse en una vía sola y peligrosa. 

Es un sector que aunque puede resultar económico para quién se dirija a la terminal aérea, no está proyectado para recuperarse. 

El mismo alcalde Luis H. Rodríguez, en una conversación corta con esta redacción, fue claro en indicar que el Municipio no tiene recursos y no aseguró que con valorización se pueda intervenir. 

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