Tristeza en el norte del Tolima por cierre definitivo de dos establecimientos

Crédito: Suministrada - EL NUEVO DÍA
Dos emblemáticos establecimientos comerciales del norte del Tolima cerraron sus puertas de manera definitiva esta semana que termina. Sus dueños y antiguos clientes hablaron sobre cómo eran las cosas antes de la llegada del Covid-19.
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El cierre de establecimientos tradicionales trae una zozobra doble. Por un lado está la inquietud económica, pues los propietarios pierden su fuente de ingresos y los empleados sus puestos laborales.

Por el otro lado está la pérdida de un lugar tradicional, un punto de referencia que siempre había estado allí, conocido por todos así la mayoría de personas nunca haya entrado en ellos. Son sitios que hacen parte del paisaje y que cuando dejan de estar se nota con fuerza su ausencia.

En los municipios pequeños, al haber menos sitios como estos, se notan más. Eso pasa por estos días en el norte del Tolima, en donde dos sitios emblemáticos cerraron por la emergencia económica que ha generado el coronavirus.

Se tratan del café El Machete, en Fresno, y el billar Magdalena, en Mariquita, ambos con más de 70 años de tradición y que cerraron sus puertas de manera definitiva.

“En mis manos estuvo unos 31 años, pero el sitio inició hace unos 70 con la familia Palomo. Yo era de Fresno y nos vinimos a hacer vida en Mariquita y compramos el sitio. Y aquí hice mi vida, conseguí esposa y tuvimos nuestros hijos”, aseguró Rafael Grisales, propietario del café-billar Magdalena.

Este lugar, que estaba ubicado en el centro del municipio, era un punto de encuentro no solo para los jugadores de billar o para los tomadores de cerveza, sino para los conversadores.

Según su dueño, más que muchachos volados de sus casas o campesinos que bajaban los fines de las veredas a vender su cosecha, su clientela eran personas mayores, pensionados casi todos.

“Allí mantenían eran los pensionados, señores mayores que se la pasaban conversando todo el día, tomándose un café tras otro hasta que les llegaba la noche y se devolvían para sus casas. Había uno, que no voy a decir el nombre para que no lo molesten, que la familia lo traía por la mañana y lo recogía por la noche y él se pasaba todo el día hablando ahí, invitando un café a cambio de un poco de conversación”, señaló Rafael Grisales, algo compungido.

Al tener tantos clientes tan recurrentes se entablaron relaciones de amistad muy sólidas. Todos los clientes se conocían entre sí. En esas personas que iban todos los días, lloviera o hiciera ese calor sofocante de Mariquita.

“La gente está muy aburrida. Vi miles de comentarios en redes sociales cuando se conoció la noticia. Yo pienso en esos amigos que iban todos los días a leer el periódico debajo de los palos de mango o a jugar un par de chicos de billar. Deben estar aún más aburridos en sus casas”, agrega.

Rafael llevó todo el mobiliario a su finca ya que en esta situación es difícil que alguien esté en capacidad de comprarlas para montar un negocio nuevo. “Allá están arrumadas, por qué más se puede hacer. Acá en mi casa tengo varios tacos profesionales esperando que vengan los dueños, pero pues qué afán van a tener. Dígame usted dónde van a ir a jugar”.

El local ya fue arrendado a una cadena de almacenes nacionales. Ahora los mariquiteños que pasen por allí no verán personas mayores dejando pasar el tiempo, sino lavadoras y ventiladores en vitrinas.

 

La tristeza de muchos

“A muchos de mis coterráneos y a mí nos tocó vivirlos como clientes o como simples espectadores, lo que eran los “cafés”. Esos lugares de tradición, tertuliaderos, donde copartidarios y opositores “arreglaban” el país, se hacían negocios o simplemente se charlaba. Hoy percibimos con nostalgia que se van cerrando y van pasando a la historia”. Fernando Carrera Garzón.

El cierre de El Machete

El café El Machete era uno de los más antiguos de Fresno y cerró casi al mismo tiempo que el café-billar Magdalena. El sitio, frente al parque principal y enseguida de la Alcaldía, fue evolucionando a la par del municipio.

“La casa, que era de esterilla, fue cambiando de fachada y el sitio siguió estando ahí. En el primer piso quedaba el negocio y en el segundo la vivienda de los Romero, los dueños”, dijo Jesús Reinaldo Gutiérrez, quien vivió muchos años en Fresno.

El Machete, junto con La Orquídea y Casa de lata, era los tres llegaderos del pueblo. “Se llamaba así porque la gente comenzaba a tomar en copitas y terminaban en botellas y se armaban las peleas más tremendas a machete”.

“Ahora lo que importa es la salud de las personas y esos negocios volverán algún día o llegarán otros diferente, aunque no deja de dar nostalgia saber que El Machete ya no va a estar ahí cuando vuelva a Fresno”, finalizó Jesús Reinaldo.

Credito
EL NUEVO DÍA

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