Pedro Cárdenas, un ejemplo vivo para el periodismo regional del norte del Tolima

Crédito: Suministrada - EL NUEVO DÍA
Al cumplirse diez años de su muerte, el legado del periodista Pedro Cárdenas sigue vigente en el norte del Tolima. Víctima de secuestros y amenazas, se enfrentó con valentía a la clase política corrupta y a los grupos ilegales que mandaban en esta región del departamento.
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“A mí solamente me da miedo que un día algo me llegue a dar miedo”. Esas palabras las pronunció Pedro Cárdenas, un periodista que se enfrentó contra la peor época de corrupción y criminalidad en el norte del Tolima y de cuyo fallecimiento se cumplieron 10 años.

El periodismo de Pedro Cárdenas era el más esencial de todos. La comunicación con sus lectores, que al mismo tiempo eran sus principales fuentes, era directa. Su compromiso cívico lo llevó a ser secuestrado y amenazado.

Su carrera comenzó como corresponsal de Radio Lumbí en Armero Guayabal en los años 90. Con el tiempo se convirtió en el director de noticias de RCN en Honda, en donde estuvo un par de años.

“Allí fue cuando se le generaron las primeras complicaciones de seguridad por denunciar al alcalde de la época y todo lo que tenía que ver con los grupos irregulares de toda esta región del norte”, dijo Luis Fernando Montoya, director del periódico El Puente de Honda.

Las amenazas aumentaron tanto que fue desplazado de varias ciudades. En una ocasión lo secuestraron y lo subieron a un carro, con la intención de entregarlo a un grupo criminal que lo iba a matar.

“Los que me secuestraron tenían un listado con varios nombres. Todos los nombres que tenían una cruz al frente yo ya sabía que estaban muertos. Al frente del mío ya le habían puesto una cruz, como quien dice, a este ya lo matamos”, dijo el mismo Pedro en un documental para la Radiotelevisión Española del que él fue protagonista.

Su hija también fue secuestrada y lo amenazaron varias veces más. Le enviaron coronas fúnebres a su casa y hasta una lápida con su nombre. Su hijo sobrevivió a las esquirlas de un carrobomba. Tuvo que salir hacia Bogotá y le otorgaron un esquema de seguridad. En ese momento, pese a tener tantos enemigos, siguió con su actividad periodísticas: fundó una revista quincenal que se llamaba La Verdad, pero la cual cambiaba de nombre con regularidad.

“Una vez los paracos le dijeron que no podía volver a publicar La Verdad, entonces a los quince días publicó Voces del Tolima. Después le dijeron que tenía prohibido publicar Voces del Tolima, y a los quince días lo sacó con otro nombre y así se la pasó muchos años”, recordó alguien que lo conoció de cerca y que prefirió que su nombre no se publicara.

La revista La Verdad se sostenía de milagro, no tenía precio ni publicidad. Recogía la información, confirmaba y escribía. Discutía los temas con esposa e hijos, quienes siempre le aconsejaban que no tocara esos asuntos tan espinosos.

Luego imprimía los ejemplares de su propio bolsillo y se iba desde Bogotá, con su esquema de seguridad, hasta Honda y el resto del Tolima a repartirlos él mismo, pasando por cafés y billares.

“Él entregaba la revista gratuitamente. Algunas personas le colaboraban con una ayuda económica para que siguiera circulando, pero era muy poco. Era casi que por amor al oficio”, agregó el periodista Luis Fernando Montoya.

Pedro Cárdenas hizo periodismo hasta los últimos días de su vida. Estaba convencido de que un día lo matarían por sus denuncias, por su persecución de la verdad.

“En este toma y dame un día me van a matar, no hay duda de eso. Un día habrá un descuido en la seguridad y me van a matar, porque he tocado a grandes bandas, me he metido con políticos a los que les estoy tocando los cimientos de su corrupción y por eso me van a matar”, contaba Pedro en el documental de Radiotelevisión Española.

Pero no fue así. Estando en Mariquita lo sorprendió un derrame cerebral, provocado por un golpe que tuvo en un paseo. El mito de una muerte provocada por las fuerzas oscuras de las que fue látigo comenzó a hacer carrera. No se podía creer que la enfermedad se le hubiera adelantado a la balas.

“Algo tuvo que haber pasado ahí porque todo fue muy raro. O a lo mejor él se quiso morir así para no darle gusto a sus enemigos, pero harto sí les complicó la vida. Lo triste es que ahí siguen los corruptos y los bandidos que él señaló, no les pasó nada a pesar de tanta denuncia, eso es triste”, dijo uno de sus amigos.

Al cumplirse 10 años de su fallecimiento su legado cobra vigencia, siendo un ejemplo entre los periodistas regionales.

“Primero que todo, demostró un gran amor por hacer periodismo, y después la osadía y la valentía de hacer periodismo de denuncia, en medio de una época de mucha violencia en la región. Decía la verdad así se pusiera en riesgo su propia vida”, finalizó Montoya.

Credito
EL NUEVO DÍA

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