LUIS EDUARDO CHAMORRO R.
ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA
A los políticos en trance de campaña electoral, a funcionarios directivos de la educación en el Tolima y a periodistas, les doy una tarea en este comienzo de 2014: Leer el libro ‘¡Basta de historias!’, de la autoría del periodista argentino Andrés Oppenheimer, residente en los Estados Unidos.
Tomo como referencia algunos de los temas que desarrolla el libro de Oppenheimer en sus 422 páginas, destinado a hacer transferencias aplicables en el Tolima.
“La mejora de la calidad educativa difícilmente saldrá de los gobiernos: los políticos siempre van a preferir construir obras públicas, que puedan estar a la vista de todos antes de las próximas elecciones”, dice el autor.
Esto se evidencia en las pocas tutelas que se relacionan con el derecho a la calidad educativa en Colombia. También se hace evidente que, al ejecutar los recursos financieros de calidad que le llegan a los municipios, estos se dirigen a infraestructura escolar (construcción de aulas, unidades sanitarias) o a dotación de equipos de cómputo, mobiliario y medios de formación, que son necesarios cuando se trata de crear condiciones necesarias para una oferta de educativa de calidad, pero que, no todas las veces responden a un proyecto de formación de los estudiantes.
Si se desea que la educación sea prioritaria para los gobiernos, debe constituirse coaliciones o grupos de presión que desde afuera apoyen y exijan mejor educación para los tolimenses. Los periodistas, por ejemplo, debieran convertirse en impulsores del derecho a la educación de calidad.
“Inventemos un PIB educativo”, propone Oppenheimer. Y le agrego que pongamos en marcha un “educómetro” en Ibagué, con datos permanentes sobre la marcha se sistema escolar. Porque necesariamente habrá que sensibilizar a todos los habitantes del Tolima sobre la necesidad de mejorar la educación y reclamar mayor inversión en calidad. Porque la percepción ciudadana todavía no ha llegado al punto de reclamar como prioritaria la inversión e intervención sobre la educación. Eso se refleja en las encuestas preelectorales.
“En el siglo XXI la educación es el gran programa de lucha contra la pobreza… Cada vez más economistas están llegando a la conclusión de que el crecimiento económico por sí solo nunca va a erradicar la pobreza, a menos que vaya acompañado de una mejora en la calidad educativa” (2011, p. 385).
FORMAR BUENOS MAESTROS
Definitivamente hay que invertir más en formación de alta calidad de los docentes. Porque la calidad del docente es un factor estratégico de la calidad educativa. “Lo fundamental para mejorar la calidad educativa nos es cambiar los planes de estudio, ni aumentar indiscriminadamente los sueldos de los maestros, ni siquiera reducir el porcentaje de estudiantes por maestro, sino elevar la calidad de los maestros”, dice Oppenheimer.
A dicha conclusión llega el autor después de registrar y analizar experiencias de países exitosos en calidad educativa. La calidad del docente comienza a la hora de decidir quiénes deben ser los maestros a lo cual se debe sumar la necesidad de mejorar el estatus social de estos profesionales y, desde luego, aumentar sus salarios.
“Los ingleses se convencieron de que cada nombramiento de un mal profesor tiene consecuencias dramáticas para el país, porque puede resultar en hasta 40 años de educación de mala calidad para miles de estudiantes” (p. 389).
En fin, por ahora quedamos en estos temas.
INVERTIR EN EDUCACIÓN PREESCOLAR
Se ha dicho de diferentes maneras que se debe invertir, prioritariamente, en educación preescolar y en atención a la primera infancia desde el nacimiento hasta los seis años. “La educación preescolar prácticamente no tiene abanderados”, menciona el periodista argentino.
Se debe invertir en educación preescolar en los tres niveles: prejardín, para niños de tres años; jardín, para los de cuatro, y grado de transición, para los de cinco años.
Lamentablemente, en Colombia sólo el grado de Transición o grado obligatorio de preescolar tiene garantizada su financiación. Porque la atención de la primera infancia desde el nacimiento hasta los cuatro años, sólo está financiada por el Estado en cuanto el crecimiento del PIB anual sea del cuatro por ciento o más.
En el Tolima, ni siquiera se atiende la población de cinco años de edad que debe cursar el grado obligatorio de preescolar y para el cual hay financiación estable.
En 2013, se calculaba en seis mil el número de niños de cinco años por fuera del grado de transición en preescolar, de ellos cuatro mil 270 en los 46 municipios no certificados y mil 739 en Ibagué.
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