¿Y qué pasaría si…?

Una de las consecuencias poco deseadas de la desaceleración de los precios del petróleo, es la caída de la inflación. En mayor o en menor medida, las economías se ven impactadas por este factor, algunas más que otras —entre más pesen los energéticos en la canasta con la que se calcula el IPC, más impacto tendrá—, pero todas se ven impactadas.

Los últimos resultados de inflación muestran ese factor, que los analistas estimaban, pero una buena pregunta hacia futuro sería: ¿y si sigue cayendo el precio del petróleo, habría riesgo de deflación? Para los menos acostumbrados a los términos técnicos económicos, la deflación es, en sencillo, lo opuesto a inflación, es decir, el fenómeno de una caída continua en los niveles de precios. Esto parece muy bueno desde el punto de vista de los consumidores, pues mañana puedo comprar algo que va a ser más barato que hoy.

El problema surge cuando llega mañana, y empiezas a pensar que pasado mañana va a ser, incluso, más barato. Como esta dinámica se repite, al llegar mañana esperas que llegue pasado mañana y así sucesivamente. Así, el efecto es que quizá postergues la decisión de comprar hasta que no sea estrictamente necesario. Y si nunca es necesario, puede que suceda que nunca compres.

Esto es un lío mayúsculo para las economías modernas (pregúntenle a Japón), en el cual el consumo puede representar el 70% o más del Producto Total de la economía. La respuesta de los bancos centrales en este escenario es ‘meterle’ una inyección de dinero al sistema con la esperanza de que inunde los bolsillos de los contribuyentes los cuales, al verse llenos de efectivo, empiecen a gastarlo.

La receta, generalmente, funciona, pero en muchos casos toma tiempo para que su efecto sea importante; dependiendo de variables entre las que se cuentan los hábitos de la población, su edad, educación, entre otras que no son solo económicas y financieras, sino que pasan por las antropológicas y sociológicas.

¿Y si Estados Unidos llegara a presentar deflación, qué ocurriría? Una aclaración básica, este es un ejercicio de preguntarse algo que al día de hoy no se estima y que no parece probable. Pero supongamos que así fuera… Quizá la respuesta sería ver a la Reserva Federal con un nuevo programa de expansión monetaria, algo que, hasta hoy, no está en las cuentas de nadie. Y esto, de forma lógica, cambiaría la perspectiva que se tiene sobre lo que sería el mundo en 2015 y un par de años siguientes.

Volveríamos, en alguna forma, al mundo que vivimos entre 2009 y 2012. ¿Queda suficientemente claro?

Credito
MANUEL FELIPE GARCÍA OSPINA Especial para EL NUEVO DÍA

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