Lo orgánico paga

La producción natural es una filosofía de vida. Es un sistema que desintoxica los suelos y les permite desarrollar su capacidad productiva, aumentando así la producción bovina y convirtiendo la finca en captadora de CO2 atmosférico.

Con este mensaje inició Juan Guillermo Luna, ganadero por vocación, zootecnista de profesión, y propietario de la Hacienda San José en Nariño, la exposición sobre su experiencia con el manejo orgánico dado a su finca.

Su disquisición, que hiciera en la pasada Gira Técnica “Antioquia ganadera, tecnológica y pujante” que realiza Fedegán y el Sena dentro de su programa de transferencia de conocimientos, convergió en un interesante conversatorio entre los ganaderos por conocer más del tema.


Luna presentó un modelo de manejo de la empresa ganadera en el que prima la abolición absoluta de fertilizantes derivados del petróleo y de agroquímicos para el control de arvenses, combinado con un adecuado manejo integral de suelos, que es, en esencia, el pilar de una producción limpia y en armonía con el medio ambiente.


Es una concepción, diferente de la producción ganadera tradicional, cuyos resultados en la Hacienda San José, ubicada a 15 kilómetros de Pasto, evidencian su bondad, por lo cual Fedegán considera que es un modelo que deben conocer los productores.


Los indicadores que exhibe Juan Guillermo Luna muestran una transformación ostensible entre 2004 y 2011.

En 42 hectáreas, cuatro de ellas en bosques, a una altura de tres mil msnm, con temperatura promedio de ocho grados centígrados y precipitaciones de 800 mm anuales, desarrolla un proyecto de producción láctea, con un saludable hato de raza Holstein de 80 bovinos, el cual registra promedios de 22 litros de leche por vaca.

La rotación de praderas pasó, por ejemplo, de 62 días a 50 en promedio, la producción diaria de leche se incrementó de 670 a 830 litros y la capacidad de carga pasó de 1.3 a 1.6 UGG por hectárea (ver cuadro). Esto gracias al aumento logrado en la oferta forrajera que le permitió, además, disminuir la cantidad de concentrado en un 20 por ciento.


Adicional a ello mejoró la condición sanitaria del hato, lo cual se tradujo en un menor gasto en medicamentos.


Desintoxicación de los suelos
Antes de la ganadería el predio se utilizó para producir papa. Como es tradicional en este tipo de cultivo, el modelo de producción se basó en la aplicación de fertilizantes químicos, insecticidas y fungicidas, acompañado del funesto arado. Práctica que con el tiempo se encargó de pasar factura con altos costos –tanto en lo económico como ecológico, con destrucción de los recursos naturales, erosión y contaminación–.

Para recuperar los suelos, Luna tomó la decisión de pasar a un manejo sin agresión del suelo. Dejó las praderas sin meterle maquinaria, solamente unos tractores, una renovadora de praderas y guadañas. Usó insumos, semillas y fertilizantes químicos. Posteriormente, para voltear los suelos, buscó un equilibrio y estabilidad dentro de los suelos y de los forrajes y generó una conducta más protectora del medio ambiente.


En San José hoy no se aran los suelos, no se utilizan abonos químicos o compostados, ni desyerban, porque la idea es generar biodiversidad forrajera. Toda planta que crece sobre la pradera es un alimento para el animal, advierte Juan Guillermo Luna.


Luego de esa atapa de transición -de la agricultura convencional a la recuperación de los suelos-, y convencido de la bondad de los insumos naturales, nuestro ganadero inició el cambio de modo de producción. Los principios fundamentales son el sol y el agua. La energía solar que es una energía intangible, sirve de materia prima a través de la fotosíntesis para producir una materia solida, como lo son las plantas; el agua es un factor fundamental después del sol.


A su vez, el estiércol y la orina, son nutrientes del suelo y los residuos vegetales de la pradera obran como fuente de materia orgánica.


Todo lo anterior permitió entrar en una etapa de desintoxicación de los suelos, devolviéndole su regreso a la vida. “Florecieron” así, las bacterias, hongos, lombrices y los cucarrones.

    
La naturaleza funciona sola
“Todos los sujetos de la relación suelo-planta-animal-hombre, tienen componentes vivos que interactúan para tener beneficios.

Los animales, los pastos y los árboles, en su estado natural y sin la presencia del hombre, siempre encuentran los nutrientes para subsistir dentro del suelo. Con la ayuda de los microorganismos, la información que transmite la planta al suelo habilita una serie de ­reacciones bioquímicas que generan el desarrollo y la viabilidad de las especies”, dijo Juan Guillermo Luna, al auditorio.


“El suelo es un conjunto de elementos inertes y vivos que componen la tierra. Este es acompañado de la cobertura foliar. Ahí es donde nosotros trabajamos y es la parte de la tierra que se puede cambiar de una forma física, cuando cambiamos su estructura química, cuando aplicamos minerales y biología o cuando modificamos las especies”, agregó Luna.


¿En qué consiste entonces el proceso natural? En que desaparece toda aplicación de insumos químicos sobre el suelo y no desyerbamos, porque necesitamos que haya una biodiversidad forrajera. Toda planta que crece sobre la pradera es un alimento para el animal.


Captadores de CO2 atmosférico

El pastoreo es muy importante. Primero, por la presencia del bovino que hace las veces de una guadaña biológica. El bovino ­arrasa el pasto, lo corta y aporta la saliva al corte que le hace al pasto, lo que a su vez, funciona como generador y potencializador del rebrote. A esto se une el aporte de la orina y el estiércol, que le dan mayores nutrientes a los suelos y a las praderas.

Indudablemente el resultado se origina del mejoramiento sustancial de los rendimientos forrajeros y por ende de la producción de carne y leche.


En segundo término se requiere de la activación de los procesos bioquímicos, de la estructura y textura del suelo, las funciones de retención de agua, con la presencia de algunas clases de hongos que producen sustancias que son capaces de atrapar el agua y generar el efecto gelatina; produciendo una sustancia que es capaz de absorber agua en invierno para ir soltándola en el verano, manteniendo de esta forma una oferta sin los ciclos propios de las praderas degradadas”, enfatiza este ganadero de Nariño.


Otro logro es el mejoramiento de la salud y reproducción del bovino, que se manifiestan en mayor producción de leche y carne.


El efecto ambiental es otro elemento a resaltar, de hecho se mejora la captación de dióxido de carbono atmosférico, por parte de esa materia orgánica. Esto es muy importante, porque ­mediante este modo de producción, la ganadería bovina pasa de ser una actividad contaminante a ser captadores de CO2. Nuestros suelos son, de esta manera, capaces de captar 14 veces la capacidad de carga de los bovinos que en ella están, concluye Juan Guillermo Luna (mayor información de este tema se encuentra en Carta Fedegán No 124, Mayo-junio de 2011).


Los caldos microbianos
Con el objeto de acelerar la actividad microbiana en el suelo se aplican los caldos microbianos, los cuales se ­elaboran con productos de la misma finca.

Se requiere para su preparación: miel, leche, estiércol, cal dolomita, tierra sana, tierra virgen –ojalá– y cenizas de hornilla o de leña.

Estos elementos se mezclan con agua en una caneca de 55 galones, y se deja madurar unos 15 días, en los que es necesario que tenga abrigo, y que les llegue calor. Al cabo de ese tiempo esta mezcla se aplica al suelo directamente después de cada pastoreo. Más o menos dos aplicaciones entre pastoreo y pastoreo.

Dicha actividad microbiana permite mejorar la disponibilidad de nutrientes, como por ejemplo el fosforo.

Credito
EL NUEVO DÍA

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