Cuba: De viaje por la isla de las paradojas

Crónica final de viaje, observación y reflexión sobre algunas ciudades como Cienfuegos y Trinidad, en la Cuba de hoy.

Además de La Habana tenemos ahora la oportunidad de visitar las emblemáticas ciudades de Cienfuegos, Trinidad y otras poblaciones vecinas. Como muchas otras cosas, en toda la isla, el transporte público está subsidiado y es casi gratis pero también es escaso y de baja calidad.

Paradójicamente es fácil viajar, porque las vías y las carreteras son buenas y están, tal vez por el poco uso, en buen estado. La impresionante Autopista Nacional, que nos lleva a Cienfuegos, fue construida por la revolución en los años setenta, tiene cuatro carriles en cada sentido y cuenta con un tráfico irrisorio. Parece una pista de aterrizaje. De hecho, algunos creen que ese fue parte del propósito de construirla así. El proyecto estaba diseñado para que cruzara toda la isla, pero por problemas de presupuesto sólo ha podido llegar hasta la mitad.    


El denso tejido social
Cienfuegos, cuyo centro histórico urbano fue declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 2005 y llamada la Perla del Sur, nos recibe con una valla a la entrada que tiene una frase de Fidel: “A este pueblo tenía que venir aunque fuera a saludarlo… 6 de enero de 1959”. Esto se explica en razón de que los cienfuegueros fueron leales a la revolución y duros combatientes. La ciudad se encuentra asentada a orillas de la pequeña, pero hermosa bahía de Jagua. Benny Moré -el bárbaro del ritmo- tiene un sitio especial en el corazón de los cienfuegueros, tal vez por su conocida composición dedicada a la ciudad. En el bulevar principal suenan, dos veces al día, como si fuese el himno nacional, algunas de sus composiciones más conocidas.

Visitamos el parque Martí, rodeado por edificaciones de llamativa arquitectura donde predominan la neoclásica y la ecléctica. Esta última marca la característica en toda la isla. Es una delicia recorrer la plaza, admirar la estatua en honor al llamado apóstol de la independencia cubana, José Martí situada en su centro, sentarse en alguna de sus múltiples bancas, cobijarse bajo su templete y visitar en sus alrededores el Teatro Tomás Terry, cuya tipología corresponde a los llamados coliseos a la italiana, la catedral Purísima Concepción, la Casa o Palacio de la Cultura y alguno que otro almacén de artesanías, entre otros.


Es delicioso caminar al amanecer o al atardecer, por su amplio y bien construido malecón a orillas de la bahía. Recorrer la avenida Prado que atraviesa la ciudad de norte a sur hasta la zona de Punta Gorda, con sus casas solariegas a lado y lado, que me recuerdan las primeras casas modernas de Manga, Bocagrande y Castillogrande. Podemos admirar la imponente arquitectura neoclásica del Club Náutico y, al final de esa vía, visitamos el Palacio de Valle, impresionante mansión, construida en los años veinte por el español Acisclo Valle Blanco. Es una residencia bastante pretensiosa, joya del estilo ecléctico, que combina el neoclásico con el mudéjar y pretende evocar la Alhambra de Granada. Comentamos que debe abonársele a la revolución el hecho de que no hayan destruido este tipo de residencias, símbolos de la opulencia de una época, sino que por el contrario, les han dado uso como escuelas, centros culturales etc. y su mantenimiento ha sido esmerado.


Tenemos la oportunidad de compartir y conversar largamente con la familia (madre, hermanos, hijos adultos, y sobrinos adolescentes) de un querido amigo cubano que vive en Cartagena y visitamos, en el Prado, la galería/estudio de unos jóvenes artistas, donde produce y exhibe su obra la hija, artista plástica, de otro buen amigo. Uno de ellos nos cuenta que había estado en Cartagena, trabajando en la Escuela de Bellas Artes y recuerda a Cartagena y a su gente con mucho cariño y nostalgia. Percibimos que las familias en Cuba son muy unidas, el trato de los chicos hacia los mayores es respetuoso y siempre están dispuestos a colaborar con las labores domésticas sin protestar; saben que es su deber, pero lo hacen con amor. Todos nos reciben con generosidad, comparten con placer lo que tienen y nos abruman con su cariño y atenciones.


En la carretera le damos “el chance”, o “botella” como lo llaman ellos, a un joven de 32 años, casado y con hijos pequeños, que casualmente va para un poblado llamado Cartagena, situado en la provincia de Cienfuegos, tomando la Autopista Nacional hacia La Habana; nos cuenta que se desplaza todos los días de Cienfuegos, donde vive y trabaja, hasta la casa de su madre en Cartagena, pues está recién operada y vive sola. Va todos los días al salir de su trabajo que es en el área de seguridad interna de la refinería de Cienfuegos. Viaja allí tomando un  tiempo importante de su día y sufriendo el pésimo transporte, a hacerle a su madre los quehaceres domésticos para que ella tan sólo tenga que cocinar. Nos comenta que lo hace con amor y gusto. “Este hombrón que ustedes ven, es lo que es, gracias a que ella me dedicó toda su vida. Si yo no hago esto por ella ¿quién lo haría?” dice, y al decirlo se le nota su sentimiento de profunda gratitud y amor. Cuando comentamos esto con admiración y algo de sorpresa a nuestros amigos de Cuba, nadie se muestra extrañado; les parece lo más normal y dicen que en Cuba es frecuente que se hagan ese tipo de cosas, inclusive por algún vecino, sin esperar nada a cambio.


Concertamos una reunión con las directivas de la Universidad de Cienfuegos, entidad con la que la Universidad Tecnológica de Bolívar, donde trabajo, tiene desde hace más de 7 años un fructífero convenio que la ha beneficiado con profesionales docentes de la mejor calidad.


Todos los jóvenes profesionales que conocemos, nos cuentan que en cuanto a bienes materiales, sueñan con tener más de lo que tienen. A pesar de que no se percibe resentimiento ni ansiedad en su voz, sí expresan que les gustaría ganar un poco más de sueldo para no tener que estar en “la lucha” diaria. Pero también razonan que no quieren irse de Cuba porque siendo profesionales, no quisieran llegar a otro país a pertenecer al eslabón más bajo de la cadena laboral, como ha ocurrido con tantos cubanos que salen a trabajar en otras latitudes.

Credito
ILIANA RESTREPO HERNÁNDEZ * El universal

Comentarios