Consumir agua del río Combeima, sin que esta hubiese pasado previamente por procesos de desinfección y acondicionamiento químico en grandes plantas de tratamiento convencionales, parece una idea descabellada a la cual solamente se somete la población más vulnerable de la ciudad, quienes encuentran en la misma, una única solución ante la falta de agua potable.

Sin embargo, la idílica idea de convertir lagos, ríos, quebradas e incluso la misma lluvia en bienes aptos para el consumo humano, por medio de plantas de tratamiento del tamaño de un ventilador, parece ser un sueño que se hizo realidad, no en las grandes urbes occidentales, como se podría erróneamente vaticinar, sino en la Capital Musical, de la mano de un grupo de investigación llamado AQUA, el cual se encuentra adscrito a la Universidad Cooperativa de Colombia, del campus Ibagué.

Óscar Hernán Cardona, Juan Pablo Leyva y Óscar Efrén Ospina son los cerebros que están detrás de la creación de este innovador dispositivo, capaz de purificar, en menos de 30 minutos, aquella agua cruda que previamente era usada para la cocina, principalmente en aquellos lugares más vulnerables de la ciudad y el departamento.

“El dispositivo se diseñó de una forma compacta, muy simple y muy sencillo, que va dirigido a las poblaciones que carecen de acceso al agua potable o a sistemas que los abastezcan de este líquido, que es el que necesitamos para vivir. Esta planta de tratamiento, es similar a las que usan los municipios con todo el reglamento y la normatividad colombiana, si no que a una escala muy pequeña”, señaló Leyva.

Impacto

Pese a la onerosa inversión que ha realizado el Estado colombiano para aumentar la cobertura en el servicio público de acueducto, y cumplir, de esa forma, con lo que se encuentra establecido en los Objetivos del Desarrollo Sostenible, ODS, la realidad es que aún hay mucho ‘camino por recorrer’.

Según el Informe Nacional de Monitoreo al Sistema General de Participaciones, SGT, para la vigencia 2021, solamente 471 municipios del área urbana del país tuvieron una cobertura universal de acueducto. Por otra parte, quedó establecido que hay otras 631 entidades territoriales cuyo sistema, en mayor o menor medida, no tiene la capacidad de abastecer a toda la población de agua.

Asimismo, en lo que respecta a calidad de aquel recurso hídrico, el informe logró establecer que para dicho año, mientras que 619 municipios garantizan agua apta para el consumo humano, otras 483 entidades territoriales incumplían con los indicadores.

Es precisamente ese gran grupo demográfico que queda por fuera de la cobertura y de la calidad, en el que pretende incidir el grupo de investigación AQUA, llevando soluciones concretas de potabilización, a aquellos sitios donde la carencia del preciado líquido está relacionado, como aseguran los investigadores, a la morbilidad y la mortalidad infantil.

“El directo beneficiario, tiene que ser una familia en condición de vulnerabilidad, que no tiene acceso a una red de acueducto. Aquí en Ibagué, por ejemplo, quienes han podido usar esta tecnología son quienes viven en sitios con acueductos comunitarios, que son 32, muchos de los cuales toman agua de muy mala calidad. Asimismo, hemos hecho presencia en varios puntos de la zona rural del departamento, donde en realidad no existe un buen tratamiento. Así pues, ya llevamos más de 14 años impactando positivamente a las comunidades en el campo o las ciudades”, comentó Ospina.

Así las cosas, de las 1.450 personas beneficiadas con este purificador de agua, la gran mayoría se encuentran ubicadas a lo largo y ancho del Tolima, entre los que se encuentran casas, escuelas y hogares comunitarios de zonas como Roncesvalles, Rovira, San Luis, Ortega, Coyaima y varios barrios de Ibagué como Ricaurte, Boquerón y Miramar. 

Dichos municipios, según Minvivienda, coinciden en tener calificaciones bajas, en lo que respecta a la calidad del agua, por lo que disponer de un tratamiento doméstico como este, tiene la potencialidad de mejorar la salud y prevenir las enfermedades en aquellos territorios.

Por su parte, entre las experiencias más valiosas que ha tenido este proyecto, comenta Leyva, está el haber trabajado en la potabilización del río Bogotá, considerado como el afluente más contaminado de la capital, y una exitosa experiencia internacional en Nicaragua.

“Este es un proceso en el que se han construido seis prototipos, pero, en esencia, muchos tienen mecanismos sencillos y muy manuales, siendo el último el que hicimos en Nicaragua. Ellos se contactaron en el 2016, puesto que vieron un artículo científico que se publicó unos años atrás sobre un premio internacional que obtuvimos, para así solicitar ayuda para la construcción de este tipo de tecnologías en su país. Ello se logró gracias a la Agencia de Cooperación Suiza.

“El ambiente allá es muy similar a la Guajira, en el que el agua de lluvia cae en unas superficies que crean lagos, de donde se abastecen los animales silvestres, los caballos, el burro y la misma gente. Es más, ellos incluso consumían el agua cuando esta tenía un color café oscuro, como en el río Combeima, con la salvedad de que si tenían el privilegio de tener gas, la hervían, o la pasaban por un filtro de barro que demora dos días y que no purifica de manera óptima”, relató el investigador.

No obstante, tras unos años de haber llevado esta tecnología a 1.511 km de distancia, a un país con unas condiciones macroeconómicas más complejas que Colombia, asegura Ospina, Nicaragua ha podido implementar en mayor número este purificador doméstico, aún cuando fueron estas tierras en las que el proyecto se desarrolló.

Experiencias

Por su parte, asegura Cardona que uno de los mayores éxitos que ha tenido este invento, ha sido la verdadera incidencia en los territorios, toda vez que, tan pronto como el prototipo es instalado en las comunidades, las mismas personas aprenden a manejarlo y realizar el proceso de potabilización.

Y es que su uso sería tan fácil e intuitivo, que los únicos requisitos que se requieren para llevar a cabo el tratamiento de las aguas son que, quienes hagan uso del mismo, independientemente de su grado de escolaridad, sean mayores de edad con capacidad de diferenciar colores.

“A veces se han llevado muchas tecnologías que resultan complejas a una población, por lo que la misma va a tener un gran rechazo porque no saben cómo manejar, sostenerlo y usarlo. En ese sentido, hemos visto muchos sistemas de tratamiento de agua potable abandonados en este país, por eso mismo. Sin embargo, estos son tan amigables, que la gente nos dice “esto es muy sencillo” y son ellos quienes desde un principio operan este mecanismo”, agregó el investigador.

Ojos que no ven…

A pesar de los abrumadores resultados en los laboratorios y territorios, resulta por lo menos extraño que esta iniciativa, que lleva algunos años arrojando resultados positivos, no haya generado el merecido eco en los altos mandos del Gobierno nacional, para así, replicar esta experiencia en las zonas más apartadas, donde hay un déficit de agua potable.

Sin embargo, expone Cardona que, independientemente de que la Universidad Cooperativa en su compromiso misional haya puesto a disposición la tecnología y el conocimiento para su masificación y estandarización, ha existido una desidia gubernamental hacia este proyecto, al punto de que, a día de hoy, el alcance e impacto sigue siendo limitados.

Y es que, si bien la academia ha aportado con las instalaciones, los insumos y el sueldo de los investigadores, a la hora de llevar estas soluciones a las familias, también existe la necesidad de involucrar a terceros que financien el transporte, la instalación y la capacitación de los beneficiarios. 

“Siento que debiese haber un mayor compromiso por parte del Estado, porque fíjese que nosotros hemos tenido varios actores que financian este proyecto, pero notamos que hay mayor interés en el sector privado que en el público. Sin embargo, es triste porque el Gobierno tiene la obligación de suministrar agua a la población, en el entendido de que este funge como un derecho social”, declaró Ospina.

Sobre este particular, comentan los investigadores, el Ministerio de Vivienda de la administración Petro tiene pleno conocimiento del grupo de investigación AQUA y de su trabajo, toda vez que a finales del 2022, infructuosamente, expusieron los alcances e impactos que han logrado.

“Nosotros estuvimos en el XXIV Congreso de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Públicos y Comunicaciones, Andesco, en septiembre del año pasado, donde asistieron los ministros y el presidente. Allí llevamos un stand con la patente. En el espacio, la ministra de Vivienda, Ciudad y Territorio, Catalina Velasco, habló con la doctora Patricia Izquierdo, quien le comentó de la tecnología y, además, le compartimos toda la información: pero, al final, no se tuvo mayor eco, más allá de que nos invitaron a reunirnos virtuales para hacer revisión del reglamento técnico de saneamiento y agua potable que, dicho sea de paso, nos lo sabemos de memoria”, aseveró Ospina.

¿Cómo funciona?

El sistema tiene todos los procesos de tratamiento convencional del agua, pero se suman otros procedimientos adicionales que permiten tener, incluso, un mejor resultado. Y es que, normalmente, la potabilización ocurre a gran escala, por lo que llevar ese sistema a un dispositivo pequeño, cual si fuera un mueble del hogar, fue un logro muy complejo, toda vez que significó coger la tecnología y empacarla en un modelo a escala.

Para transformar el agua sucia en cristalina, es necesario que ocurra el primer proceso, que es el de clarificación, el cual se lleva a cabo en el tanque, donde se realiza la floculación y donde la mayoría de contaminantes (70 % - 95 %) quedan retenidos. 

“Lo que el coagulante hace, sin entrar en detalles técnicos, es tomar las partículas milimétricas en el agua, para unirlas y crear grumos, como cuando se corta la leche. Estos, como se vuelven pesados, empiezan a caer al fondo del recipiente, formando una especie de lodo, con el agua de encima supremamente clara”, comenta Ospina.

Por otro lado, el segundo proceso es el de filtración, en el que unas barreras de materiales muy fáciles de conseguir, pueden retener el resto de microbios y partículas. Entre dichas barreras adicionales se encuentra el carbón mineral,  la arena Silice, la cáscara de coco, la zeolita, el cascarón de huevo molido y, por último, las resinas de intercambio iónico.

“En Nicaragua utilizamos ese recipiente de 20 litros con el ingeniero Juan Pablo, pero en Colombia hemos apostado por implementar uno de 40 litros y el de 120 litros. En esencia, es la misma tecnología, pero con mayor disponibilidad de agua”, explicó Leyva.

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