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Para algunos habitantes de la urbanización Los Nogales, al sur de Ibagué, ‘vivir en el aire’ no parece una frase descabellada. Producto de la construcción de un muro años atrás, el cauce de la quebrada El Tejar fue modificado, hecho que generó varias disposiciones sobre el terreno de la zona.
El agua que no para de socavar, afectó con el paso de los años varios metros de tierra que anteriormente eran cultivos y zonas verdes. Una ladera, la que recibe de frente toda la fuerza de la quebrada, ha ido cediendo poco a poco hacia el afluente hídrico.
Así pues, varias viviendas se han visto afectadas por la problemática, a tal punto que los mismos habitantes creen que es cuestión de tiempo para que pueda suceder alguna calamidad, por lo que piden a la Administración municipal y al Ejército Nacional una pronta intervención, amén de evitar alguna tragedia.
Agua y concreto
A lo largo de la extensión de la quebrada El Tejar, es evidente las múltiples intervenciones que ha sufrido su cauce con el paso de las últimas décadas. Por una parte, sobresale la construcción de múltiples pozos de inspección de alcantarillado que están a lo largo del afluente.
La construcción de múltiples muros y la disposiciones de algunos tubos con vestigios de agua residual, dejan entrever las múltiples intervenciones que han acaecido sobre la quebrada.
Gloria Ríos, presidenta de los ediles y habitante de Los Nogales, indicó que desde hace más de una década, se viene solicitando al Ejército que intervenga el muro que desvío el cauce original de la quebrada.
“Tenemos una acción popular contra el Ejército desde la época de Juan Manuel Santos como ministro de Defensa. Se había solicitado que rompieran el muro que desviaba el cauce de la quebrada por la magnitud del desastre con las viviendas”, acotó la edil.
Riesgo latente
Cuando llega la época invernal a la región, la edil Ríos enfatizó en que el caudal de la quebrada aumenta sustancialmente. Tras la ‘redirección’ del cauce, las afectaciones a varias viviendas empezaron a gestarse.
“Cuando la quebrada creció, rompió hacia el barrio y empezó a socavar por debajo de las viviendas. Anteriormente habían cafetales en la ladera de la casa de Gilberto, pero el agua se las llevó. Hemos colocado varios abogados y la acción popular continúa porque el magistrado del caso no ha emitido un fallo”, precisó Ríos.
La edil se refiere a Gilberto Suaza Maldonado, habitante del sector, quien actualmente tiene la mitad de su vivienda ‘flotando en el aire’.
“Este problema lo tenemos desde que arrimaron la quebrada hacia este lado, la arrinconaron. Los pozos de abajo los construyó el Ibal, pero no están haciendo nada en concreto. El hueco debajo de mi casa es profundo, por lo que estamos pensando en edificar una columna de tres metros”, comentó Suaza.
Y es que en vista del riesgo que ha propiciado el encauce de El Tejar, Suaza Maldonado ha debido tomar acciones emergentes para evitar alguna emergencia.
“De momento, le pusimos una tabla de dos metros para que contenga el concreto. Nos han dicho que estamos en zona de riesgo y que nos debemos reubicar, pero no queremos abandonar nuestra vivienda. Han venido de la Alcaldía, Cortolima, el Batallón y el Ibal. Seguimos esperando”, acotó el habitante.
Y refirió: “El Batallón Jaime Rooke quedó de traer algunas máquinas y atender la solicitud, pero no ha pasado nada, nos han incumplido. La peña sigue ‘pelada’. Nos han prometido unos gaviones, pero todo ha terminado en mentiras”.
¿Contaminación en la quebrada?
La lideresa Gloria Ríos, compartió otra de las preocupaciones latentes respecto a la quebrada El Tejar. A raíz de la construcción de múltiples tubos de vertimientos y proyectos de vivienda, se prevé que varias localidades de la comuna empiecen a tener inconvenientes por temas de contaminación ambiental por la mala disposición de las aguas residuales.
“Nosotros vamos a tener una problemática delicada en los sectores Los Nogales, Villa Nueces, Terrazas y hasta la Cartagena, por donde baja la quebrada El Tejar que desemboca en el Combeima. Están construyendo unos apartamentos que en un principio eran 900 y ahora están proyectados 2.500, si en cada uno viviera un aproximado de cuatro personas, ¿cuánta será la cantidad de residuos que emitirán?”, enfatizó la edil.
Así las cosas, Gloria Ríos habló de la preocupación a razón de los manejos de las aguas servidas, aunado a los ‘pendientes’ del Ibal. “Cuando empiece el servicio de los apartamentos, esas aguas servidas caerán en la quebrada, y hay un tramo que el Ibal no ha terminado de 150 metros donde no hay tubo”.
Y apostilló: “El colector de aguas servidas no está construido porque el contratista que estaba realizando el que conecta hasta Boquerón, dejó los tubos tirados en un polideportivo del barrio y no terminaron la obra. Tuvimos hasta 40 habitantes de calle pernoctando allí”.
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