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Según detalló el ejército surcoreano los B-1 se unieron junto a cuatro aviones de combate surcoreanos F-35A y otros cuatro cazas estadounidenses F-16 a los ejercicios combinados Vigilant storm en los que participaron unas 240 aeronaves y que Seúl y Washington decidieron extender hasta este sábado en reacción a las recientes provocaciones de Pionyang.
El Estado Mayor Conjunto surcoreano (JCS) señaló en un comunicado que esta decisión “es una demostración del firme compromiso de Washington con la disuasión extendida para Corea del Sur y la postura de defensa combinada de los aliados”.
El despliegue de este tipo de bombarderos, que partieron el pasado sábado de la base aérea Andersen en Guam, para maniobras conjuntas entre Corea del Sur y EE.UU. fue muy habitual en 2017, cuando la tensión entre Pionyang y Washington alcanzó niveles peligrosos, pero hasta ahora no habían vuelto a ser desplegados en la región.
El ejercicio aéreo que concluyó ayer es además el más grande entre ambos países desde 2017 e incluyó la movilización de cazas F-15, F-16, EA-18G (la versión del cazabombardero F-18 adaptada para escenarios de guerra electrónica), F-35A y F-35B, que a diferencia del F-35A puede realizar despegues en corto y despegues y aterrizajes en vertical.
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