Nueva mentalidad (I)

Alberto Bejarano Ávila

Si es hipótesis válida que “la mentalidad es el mayor obstáculo para que el Tolima supere el atraso, tácita es entonces la urgencia de cambiar tal mentalidad y por ello es obligación que esa finalidad tenga capítulo especial en cada formulación de visiones, planes estratégicos y planes de desarrollo e igual, dada la premura de saber abierta y claramente en qué consiste la tan mentada anomalía de la mentalidad y cómo puede cambiarse, recurrente tendría que ser su análisis en la academia y en los debates políticos consecuentes. Porque es inadmisible que una creencia de tal calado se esquive o soslaye por quienes deben ocuparse de teorizar, diagnosticar, proponer y ejecutar las estrategias para el desarrollo tolimense, entonces ¿Por qué, en las periódicas ocasiones de examen sociopolítico, siempre se omiten juicios de valor sobre la alienada y trivial mentalidad que impide solucionar el endémico y progresivo atraso tolimense y se redunda en elogios (y autoelogios) a quienes destilan esa mentalidad?
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Omitir o esquivar el análisis de los vetustos paradigmas dominantes en el Tolima, de hecho impide que surjan nuevos paradigmas que engrandezcan el pensamiento de los coterráneos sobre su territorio y su tiempo y por ende la calidad conceptual y de diálogo que nos permita superar o anticiparnos a los tácitos efectos contenidos en aquella máxima de Carlo Cattaneo que indica que “los pueblos que se hacen pequeños en su pensamiento se hacen débiles en sus obras”, aforismo que cito para ahondar el asunto de la mentalidad que ahora nos ocupa, pues enseña que una sociedad que quiere asumir emprendimientos de gran magnitud para cambiar el curso de su historia, tiene que engrandecer o sublimar su manera de pensar.

Quienes desoyen la aseveración de que la anacrónica mentalidad o los caducos paradigmas dominantes son grave limitante para el desarrollo se están negando a aceptar que el Tolima no es una región pobre sino empobrecida por los efectos de una arcaica forma de pensar y de obrar y así eluden la obligación de construir pensamiento moderno y futurista para poder despejar nuevos horizontes de progreso y bienestar social y optan por resignarse a convivir con ese insulso palabreo político y económico que se utiliza como distractor para engañar a la sociedad, verborrea que bien explica aquel conocido axioma lampedusiano que ahora me atrevo a parafrasear: “que en el Tolima todo cambie para que nada cambie”.

No existe razón alguna para descreer o desestimar el talento regional, al contrario, como se verá adelante, incontables son los testimonios de talento y tesón de los coterráneos en las ciencias sociales, económicas, las artes, los deportes y muchas más disciplinas, inequívoca evidencia que revela el brillante desempeño de nuestros paisanos, generalmente en otros lugares del mundo, porque irónicamente puede señalarse que la proporción de expresiones reales del talento tolimense, y por amplio margen, estarían a favor de quienes, por distintas razones, voluntarias algunas y obligadas en gran mayoría, emigraron a otros territorios para buscar las oportunidades que su tierra siempre les negó. Continúa…

 

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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