Paz en el campo

Camilo González Pacheco

La Ministra de Agricultura Jhenifer Mojica, ha señalado recientemente – de manera políticamente correcta – la urgente necesidad, aplazada por décadas, de construir paz en el campo.
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En ese loable propósito de avanzar en democracia y paz, se espera  en  próximas decisiones  del Legislativo y el Ejecutivo,   la aprobación del reconocimiento del campesinado como sujeto político de derechos. Igualmente, la oportuna y necesaria creación de la Jurisdicción Agraria para resolver litigios por tierras, orientada entre otros importantes temas, a la   resolución de conflictividades sobre los baldíos, incluyendo la  discusión sobre los derechos de propiedad,   la protección del territorio entorno al agua, la soberanía alimentaria, entre varios asuntos de relevante  importancia social.

Sin embargo, sigue históricamente aplazada la discusión integral sobre el problema agrario en Colombia. Y en esta coyuntura llamada de “cambio” resulta necesario recordar que el 1 % de las fincas de mayor tamaño tienen en su poder el 81 % de la tierra colombiana. El 19 % de tierra restante se reparte entre el 99% de las fincas. Este dato  no sólo es preocupante, sino alarmante: el 0,1 % de las fincas que superan las 2000 hectáreas ocupan el 60 % de la tierra.

Oxfam, en estudio sobre el tema,  ha concluido que la tierra en Colombia está concentrada en pocos propietarios, y añade que este problema, que viene desde la Colonia, es estructural. Por ello, -  no basta una reforma agraria, sino que será necesario cambiar la estructura de la tenencia de la tierra, históricamente concentrada. De ahí, la necesidad de realizar un censo agrario, que no se hace desde hace 40 años, y actualizar el catastro. Y algo, por demás urgente y necesario: gravar con impuestos altos a los dueños de mucha tierra, y multar la improductividad para, según este importante centro mundial de pensamiento, “desestimular la concentración”.

Acorde con este planteamiento, propone que sea la Dian, la que se encargue del predial, ya que las autoridades municipales son por lo general, “manipuladas por elites locales”.

El centro de esta propuesta ya citada  de Oxfam, enfatiza en la necesidad de invertir el dinero en bienestar para la población, en especial,  el campesinado, las mujeres, los afros y los indígenas, que viven de la agricultura básica o de una actividad relacionada.

Sin embargo, Colombia reclama con urgencia la implementación de una verdadera reforma agraria, no convencional, ni marginal, sino estructural como lo proponía hace décadas uno de los pensadores y economistas más conocedores de este tema en América Latina. Nos referimos al Maestro Antonio García Nossa. Ojalá este tema sea tratado e impulsado integralmente dentro de las esperanzadoras propuestas de “Cambio” que actualmente se discuten en el país.

 

CAMILO GONZÁLEZ PACHECO

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