Denigrar e intimidar, es la estrategia

Carmen Inés Cruz Betancourt

En el contexto de polarización agudizado durante esta contienda electoral, tanto al legislativo como a la presidencia, resulta evidente que denigrar de los oponentes ha sido una de las estrategias adoptadas por asesores y seguidores de las campañas. También, intimidar, amenazar y tratar de invisibilizar a quien quiera que represente una opción distinta.
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Entre tanto, poco les importa informar sobre la idoneidad de sus candidatos, por ello, cuanto se conoce son exageraciones o falsedades, pero muy poco sobre su real capacidad, experiencia, logros, talentos y talante. Así mismo, poco se conoce sobre las propuestas, distinto de discursos que no precisan cómo sacarán adelante las maravillas que enuncian y que podrían terminar en falsas promesas. Y queda en el aire, además, la inquietud por la compra de votos y la manipulación misma del sistema electoral, tristemente conocidas.


Para desprestigiar al oponente destacan sus fallas y desaciertos, y lo hacen aún apelando a insultos, falsedades y a expresiones intimidantes, mientras ocultan o minimizan las de sus candidatos, y lo hacen utilizando las redes sociales y medios para lograr amplia divulgación. Esto se ha exacerbado con la participación de aspirantes vicepresidenciales de origen afrocolombiano, que resulta novedoso en el escenario político colombiano, y ha dado lugar a mensajes que reflejan actitudes profundamente discriminatorias, racistas, machistas y clasistas, que merecen rechazo.


También buscan invisibilizar o minimizar cualquier otra opción con alguna posibilidad. Esto se observa claramente en torno al candidato de la Coalición Centro Esperanza, que para muchos representa la mejor alternativa para dirigir un país convulsionado y agobiado por múltiples y complejos problemas, tanto en el ámbito interno como en el internacional, y que por lo mismo, requiere de quien lo dirija, especial ecuanimidad y ponderación, experiencia, credibilidad y capacidad para unir y conciliar entre posturas tan diversas y conflictivas. Quienes puntean, buscan además, inducir entre quienes se ubican en el Centro, la idea de que sería un voto inútil, y que apoyarlo es tanto como ayudar al adversario, con quien buscan intimidar, porque lo presentan como una amenaza de continuismo agudizado o de llevar al país a un abismo tenebroso y sin reversa. Así, además de desprestigiar al candidato de la Coalición del Centro Esperanza pretenden atomizar y deslegitimar la posición política de Centro afirmando que las únicas con posibilidades son las de extrema derecha e izquierda.


Tal parece que estos perciben a la ciudadanía como personas incapaces de reconocer lo que es mejor para este país que tanto nos ha dado y que, de muchas maneras se ha dejado al arbitrio de fuerzas que han manipulado el poder solo para su beneficio y el de sus grupos y, como resultado hoy vivimos agobiados por múltiples formas de corrupción, violencia, impunidad, inseguridad, inequidad social, devastación del medio ambiente, temor, desplazamientos y muchos otros males. 


Es imperativo entonces, que aprovechemos el corto tiempo que queda para reflexionar a conciencia sobre lo que más conviene al país, animando a muchos otros para que se sumen; así, podríamos lograr que con una gran votación el 29 de mayo, el próximo presidente sea Sergio Fajardo, y con él recuperemos la esperanza para Colombia. Refuerza esta expectativa los resultados reportados por el DANE, de la Encuesta de Cultura Política 2021 sobre las posiciones ideológicas predominantes, según los cuales, el 44.3% de los colombianos se ubica en el centro, 17.9% en la derecha y 14% en la izquierda. El desafío es grande y pone a prueba nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con las futuras generaciones y con la democracia.

Carmen Inés Cruz Betancourt

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