Algo más sobre los “elefantes blancos”

Carmen Inés Cruz Betancourt

Se califican como “elefantes blancos” aquellas obras inconclusas y proyectos críticos (los que aún tienen posibilidad de salvarse, pero requieren de altos recursos), emprendidos por entidades estatales.
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 Se encuentran a lo largo y ancho del país y los departamentos con mayor número de ellos son: Cundinamarca, Antioquia, Tolima, Bolívar y Valle. A su vez, los sectores de mayor impacto de estos proyectos son: agua potable y saneamiento básico, educación, transporte, vivienda, deporte y recreación, salud y protección social; todos cruciales para el desarrollo y bienestar de las comunidades. 

Sobre este asunto, el excontralor general, Carlos Felipe Córdoba, señaló que han identificado 1.771 “elefantes blancos”; cerca del 20 % son por mala gestión y el resto con algún indicio de corrupción, por malas administraciones o, deliberadamente abandonados para cobrar cuentas a alcaldes o gobernadores de otros grupos políticos. Los recursos públicos comprometidos en aquellas obras superan los $24 billones. (Revista SEMANA 16-09-2022)

Agrega el excontralor que desde su llegada impulsó la cacería de estas obras con la consolidación del inventario con apoyo en dos estrategias: tecnología de punta que permite georeferenciarlos y estímulo al control social, en el marco del programa ‘Compromiso Colombia’ respaldado por la Delegada de Participación Ciudadana y las Gerencias Departamentales. 

Como logro especial señala que “hoy como nunca y por primera vez, la Contraloría lo que tiene, no son dientes sino colmillos para atacar la corrupción y ponerle tatequieto a los llamados delincuentes de cuello blanco”. Se refiere a la ley que crea el Registro Nacional de Obras Civiles Inconclusas de las entidades estatales (Ley 2020 de julio 17 de  2020). Esta herramienta ayuda a definir la pertinencia de demoler, terminar o replantear las obras que no se han finalizado y llevan largos períodos en construcción. También trabajan con el sistema de alertas y seguimiento a obras de infraestructura retrasadas o en riesgo.

Estos esfuerzos han permitido la reactivación de algunos proyectos -muy pocos- pero, para completar la tragedia, hoy, la creciente inflación y la escasez de algunos insumos para la construcción multiplican en forma notable los costos de los proyectos, haciendo cada vez más lejana la posibilidad de lograr financiación para su culminación, y a ello se suma la desconfianza sobre el manejo de los recursos, desde los entes que pudieran aportar a su financiación. 

Ojalá el programa diseñado por la Contraloría se complemente con investigaciones rigurosas que generen sanciones a los responsables porque lo que se ha observado es enorme impunidad. Procede, además, que atendiendo prioridades, las regiones establezcan cuáles de esas obras deben demolerse, replantearse, activarse y finiquitarse para que cumplan el fin para el que fueron propuestas, si es que aún son pertinentes 

 Y, puesto que el Tolima se ubica entre los departamentos con mayor número de “elefantes blancos y hasta mamuts”, corresponde muy especialmente a los gobernantes, a la Asamblea departamental, Concejos municipales, dirigencia y ciudadanía, redoblar esfuerzos y vigilancia, para rescatar lo rescatable, evitar que se multipliquen y hacer cierto aquello de “construir sobre lo construido” para optimizar el uso de los recursos públicos siempre insuficientes. Es, también, un gran desafío para los desprestigiados órganos de control y el sistema judicial, que esperamos sea impulsado por el nuevo gobierno, que se dice comprometido con la austeridad y el combate a la corrupción.  

 

CARMEN INÉS CRUZ

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