¿Y de la eficiencia qué?

Carmen Inés Cruz Betancourt

El llamado a ser eficientes y productivos para lograr mejores resultados en todo tipo de actividad es reiterativo, y es importante insistir en ello. Y, quienes tienen mayor responsabilidad de dar ejemplo en este campo, son los líderes y en general la dirigencia de las comunidades, los gobernantes y las instituciones gubernamentales.
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La eficiencia implica el compromiso para que en toda actividad se optimicen los recursos involucrados, incluyendo el tiempo, y para adopten las mejores alternativas disponibles para conseguir resultados satisfactorios. Es un mandato de sentido común, que infortunadamente no ha sido asimilado por muchos; así sucede en numerosas  entidades del Estado donde la ciudadanía debe tramitar una amplia diversidad de asuntos y encuentran que allí no tienen conciencia del valor del tiempo. Tampoco tienen claro que el internet y las plataformas tecnológicas pueden simplificar las operaciones y evitar desplazamientos y aglomeraciones de público, que además de incomodar, demandan muchas horas, a veces en largas colas a la intemperie; y se agregan los costos de transporte y la congestión vial que implica su movilización.

Son múltiples los ejemplos de gestiones que exigen revisión urgente, en procura de ganar eficiencia. Veamos unos pocos que se observan en Ibagué y que planteo como interrogantes: 

--¿Por qué los trámites ante la Oficina de Catastro Municipal tardan tanto? Hay  solicitudes radicadas hace más de uno año sin lograr respuesta, y con ello imposibilitan transacciones relacionadas con compra-venta de inmuebles y otras operaciones, con graves consecuencias para la ciudadanía.

--¿Por qué la Secretaría de Movilidad de Ibagué suspendió por tantos meses la expedición y renovación de licencias de conducción y la tramitación de documentos de compra-venta y matrícula de vehículos, haciendo que los solicitantes tuvieran que desplazarse a municipios como Alvarado, Espinal, Purificación y otros, donde supuestamente tendrían menores recursos tecnológicos que los disponibles en la capital? 

--¿Por qué han transcurrido tantos meses sin que la Secretaría de Cultura atienda el grave deterioro que afecta un mural del Maestro Niño Botía ubicado en la pared frontal de su sede, donde es observado con desconcierto por los transeúntes? ¿Es que los funcionarios no lo han visto, o no les importa?

--¿Por qué las aglomeraciones en el primer piso de la Gobernación solicitando citas para expedición y renovación de pasaporte? Y ahora optan por desplazarlas a algunas comunas, anunciado que allí pueden presentarse para el agendamiento de citas; y conscientes de la pesadilla en que se ha convertido esa gestión, los funcionarios alertan: “No es necesario hacer fila desde el día anterior, ni deben pagar por turnos, puestos o fichas”, hechos que se han vuelto comunes como “operación rebusque” de quienes aprovechan esas ineficiencias para sobrevivir, solo que, de paso, encarecen las gestiones ante el Estado. Cabe la pregunta: ¿Por qué no organizan para que ese trámite se haga a través de una plataforma digital?  

Lo anterior es desconcertante y refleja subutilización de los recursos tecnológicos existentes, y también falta de idoneidad de quienes atienden dichas tareas, todas ellas remuneradas por los usuarios, con la certeza de que su pago cubre los costos y dejan un margen a la institución. De ese modo demuestran ineficiencia y propician las anomalías que señalan en la alerta, más el tráfico de influencias con funcionarios de mayor rango a quienes acuden para que “les colaboren”.

Las soluciones existen, son sencillas y se aplican en muchas entidades, solo falta voluntad para adoptarlas y comprensión de que la eficiencia es obligación de las entidades estatales y de cualquier otra. Si no adoptan las medidas adecuadas, significa que prefieren conservar formas premodernas, por ignorancia, desidia u otras razones reprochables

CARMEN INÉS CRUZ

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