Compromiso con Ibagué

César Picón

El Gobierno departamental se va con una enorme deuda con Ibagué. Hace 4 años cuando estaban en campaña, prometieron el cielo y la tierra, que si ganaban la Alcaldía y la Gobernación transformarían la capital del Tolima, lo hicieron y todo se quedó en promesas.
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Hoy la ciudad no tiene nada que agradecerle al Gobernador que a lo largo de la campaña en el año 2019 juraba amor eterno por Ibagué y que incluso en una entrevista a una semana de las elecciones prometió que construiría la Avenida Carrera 13, un viaducto en la calle 25 con Ambala, fortalecería la cadena textil confección, construiría la central de abastos, financiaría proyectos turísticos en el cañón del Combeima y la Martinica, e instalaría CAI´s móviles en las 13 comunas de la ciudad; al final de la entrevista a la que hago referencia el periodista le pregunta “noto muchos compromisos con Ibagué… esta entrevista queda grabada por si incumple como pasa con la mayoría de políticos colombianos”, a lo que el entonces candidato respondió “yo soy un hombre campesino y aprendí desde niño el valor de la palabra, los compromisos que asumo con Ibagué los hago porque todos están estudiados, planificados y están los recursos de inversión”. Nada que agregar.

Aun así, quieren seguir gobernando, prometiendo lo que no van a cumplir, jugando con las expectativas y las necesidades de las personas.

Esta ciudad necesita un gobierno departamental que se comprometa con los asuntos estratégicos que permitan resolver problemas estructurales. Si bien la competencia directa en términos de inversión es de la Alcaldía, el altísimo desempleo, la inseguridad rampante, el caos en la movilidad, la falta de tejido empresarial, la carencia de motores o anclas que impulsen el desarrollo económico, la todavía precaria infraestructura de servicios públicos y la falta de vivienda, entre otros, obligan a que la Gobernación ejerza con vigor su papel de subsidiaria y complementaria.

Las propuestas de Mauricio Jaramillo, campaña de la que hago parte, apuntan precisamente a tomar en serio las necesidades que tiene la capital: en materia de movilidad aportar recursos para construir la calle 103 y un puente vehicular que conecte la ciudadela Simón Bolívar con la vía al aeropuerto, ambos proyectos alivian la congestión de la Pedro Tafur y, sobre todo, la 103 generaría un nuevo polo de desarrollo para la ciudad. Continuar la doble calzada de la Ambala hasta el Salado, actualmente acaba en Progal y construir 100 kilómetros de placa huella en la zona rural en conjunto con los campesinos.

En trabajo y turismo, una atracción turística ancla, tipo parque temático como el Parque del Café o el Parque Nacional del Chicamocha (el primero tuvo inversión del Fondo Nacional del Café y el segundo de la Gobernación de Santander). Promover la zona franca para que se instalen grandes compañías que generen empleo y fomentar la Central de Abastos para generar un clúster de la agroindustria y el comercio alrededor del sector agropecuario.

5000 viviendas sin cuota inicial para los ibaguereños más pobres, aportar para culminar las obras del acueducto complementario y consolidar dos pulmones verdes: un santuario de flora y fauna en San Jorge (Calambeo) y un parque ecológico familiar en la zona de expansión vía al aeropuerto.

La Gobernación no puede seguir pasando de agache en el desarrollo de Ibagué, si la ciudad prospera jalona el desarrollo de muchos otros municipios del departamento. Debe convertirse en un compromiso ineludible

CESAR PICÓN

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