Un ranking interesante

Tras una revelación a cuentagotas durante varios días, finalmente tenemos con nosotros el listado definitivo de The New York Times sobre los “100 Mejores Libros del Siglo XXI” (o por lo menos de lo que va de él) y aunque por obvias razones el ranking cuenta con un marcado tono americano, nunca está de más darle un vistazo a los elegidos para conocer el estado de salud de la literatura contemporánea.

Tercer strike

Si hace quince años me hubiesen preguntado qué autores creía que para 2024 habrían obtenido el Premio Nobel de Literatura, habría dado tres nombres sin siquiera pestañear: Philip Roth, Amos Oz e Ismail Kadaré. El mundo era muy distinto entonces, no había comenzado la tiranía cultural del algoritmo y a los escritores no se les pedía ir a la caza de followers generando contenido para redes sociales sino simplemente escribir bien, y ellos tres lo hacían jodidamente bien. Lamentablemente me equivoqué con mis predicciones y hoy, habiendo sus plumas trascendido de este mundano plano material, sólo me queda un desasosiego que relaciono con la más infame de las injusticias.

Cuando los astros se alinean

Es prácticamente imposible que en el instante mismo en que conocemos el nombre del nuevo ganador del prestigioso Premio Internacional Booker tengamos la oportunidad de comprarlo inmediatamente en nuestra librería de confianza. Las razones son variadas. En algunos casos, como ya pasó en 2019 con “Celestial Bodies” de la omaní Jokha Alharthi o en 2022 con “Tomb of Sand” de la india Greetanjali Shree, el texto nunca llegará a traducirse al español. En otros, como sucedió en 2016 con “La Vegetariana” de la coreana Han Kang o en 2023 con “Las Tempestálidas” del búlgaro Georgi Gospodinov, sus derechos los tienen editoriales tan de nicho que la única forma de hacerse con ellos es acudiendo directamente a la importación internacional. Y, es por ello que, cuando los astros se alinean, tenemos que aprovecharlo.

Historias para llevar

Siempre me ha llamado la atención aquellos autores que, pudiendo elegir prácticamente cualquier temática, centran su obra alrededor de la comida y ni qué decir de aquellos que, redoblando la apuesta, hacen girar libros enteros sobre un alimento en particular. Deliciosas limitaciones autoimpuestas a nivel creativo que elevan el grado de dificultad de su producción literaria con resultados fascinantes. Mo Yan (Nobel 2012) seguramente es el gran maestro culinario de las letras con textos que van sobre el sorgo (“Sorgo Rojo”), el vino (“La República del Vino”), el ajo (“Las Baladas del Ajo”) o la carne (“¡Boom!”) y donde el acto de la consumición constituye un pilar esencial de la narrativa. Toda una carta de alternativas que se pueden catar como un menú de degustación.

EL MÁS FAMOSO CABO BUMANGUÉS

Hace un par de días, tras conseguir acceso por meras peripecias del destino al archivo completo de la prestigiosa revista The New Yorker y en un ataque de patriotismo rubicundo que sólo podría achacar al rezago de un cierto guayabo leopardil, me dio por teclear la palabra “Bucaramanga” en su buscador histórico, una de esas chiquilladas informáticas que uno solía hacer de pequeño. El resultado que obtuve fue tan fascinante que no me dejó otra alternativa más que agradecerle retroactivamente a mi niño interior por seguir vivo a pesar de la treintena de primaveras que ya me acompañan.

Es nuestro turno

Llegados a este punto, me sería muy difícil señalar el momento exacto en el que me hice hincha del Atlético Bucaramanga. Sucedió de forma muy orgánica, como se aprende a hablar, pues en casa mis padres nunca me inculcaron el amor por el equipo más allá de alguna visita puntual al Alfonso López para un agónico triunfo por la mínima ante el Unión Magdalena en la ya extinta Copa Mustang de albores del milenio.

ES NUESTRO TURNO

Llegados a este punto, me sería muy difícil señalar el momento exacto en el que me hice hincha del Atlético Bucaramanga. Sucedió de forma muy orgánica, como se aprende a hablar, pues en casa mis padres nunca me inculcaron el amor por el equipo más allá de alguna visita puntual al Alfonso López para un agónico triunfo por la mínima ante el Unión Magdalena en la ya extinta Copa Mustang de albores del milenio. Tal vez fue un adoctrinamiento subliminal inducido por el programa noventero de José Ordóñez, quizás fue una asimilación inconsciente por los grafitis con las letras “A.B.” que acompañaban mi paseo dominguero por la ciclovía de la Carrera 27 o simplemente sea un efecto secundario de la ingesta prolongada de Kola Hipinto, pero así se dio.

LO ENTIENDEN TODO

La Feria del Libro de Madrid sencillamente tiene algo especial. Y es que tras visitar varios de estos festivales literarios en distintos países, sigo considerando que ésta se encuentra indiscutiblemente un escalón por encima de las demás por su simplicidad orgánica y el entendimiento práctico de que son los lectores y no las editoriales los auténticos protagonistas de este tipo de celebraciones. Una ideología que traslada el centro logístico de la organización del despliegue pirotécnico de las grandes casas editoriales a la búsqueda de una experiencia amable con el consumidor que potencie el verdadero propósito de la feria: promover la cultura vendiendo muchos libros en el camino.

INSTAGRAMEAR LA CULTURA

“¿Saben cuál es la atracción más visitada de Portugal?” exclamó el guía girándose hacia nosotros con su ambiguo aire de Thor y Jason Momoa mientras remontábamos en fila india la ladera de la Rua das Carmelitas.

LA HAZAÑA DE JEMISIN

No es casualidad que uno de los galardones editoriales más subestimados sea el mismo que reconoce el trabajo de los autores en uno de los géneros editoriales más subestimados. Estamos hablando, cómo no, del Premio Hugo, el cual a pesar de llevar más de 50 años coronando a lo mejor de la ciencia ficción, contando entre sus ganadores con títulos bien recordados que dieron el salto al cine y la televisión como “Harry Potter y el Caliz de Fuego” (2001), “American Gods” (2002) y “El Problema de los Tres Cuerpos” (2015), hoy sigue siendo una competición de nicho que no consigue la tracción entre el público que merece.