270 Frankensteins

270 doctores Frankenstein adecuaron las instalaciones del Congreso de la República a modo de laboratorio para darle vida al engendro legislativo más vergonzoso del que el país tenga memoria en su historia contemporánea.

Su ambición y egoísmo les ha dejado expuestos ante Colombia como un séquito de descarados que jugaron irresponsablemente con el sagrado mandato que el poder de las urnas les otorgó.

Hoy la bestia siniestra a la que todos ellos dieron a luz está a un Diario Oficial de distancia de quedar en libertad para salir al mundo y desatar el caos jurídico en los juzgados y tribunales de nuestra geografía.


Al igual que en la novela de ficción escrita por Mary Shelley, estos 270 Frankensteins decidieron retar a los dioses de la democracia y demostrar que podían crear vida jurídica de la nada para sus amigos castigados con la muerte política, buscaban el elixir mágico que blindara sus entuertos de la mano severa de la justicia, querían una carte blanche para burlarse de la Constitución, y con este objetivo claramente trazado se dieron a la tarea de confeccionar un monstruo con partes cadavéricas de ponzoñosas leyes anteriores e ideas nuevas.


Al final, la aplastante votación electrónica, que pasará a la historia como el registro eterno que dividirá a los congresistas entre los que vendieron su consciencia y los que no, fue la chispa vital que necesitó esta pérfida invención para levantarse de su lecho y provocar fervorosos abrazos entre sus padres, sin mencionar los seguros brindis impunes que se bebieron aquella noche a nombre del neonato legislativo.


Curiosamente, esta paternidad hoy no es reconocida por ninguno, todos se lanzan la pelota entre sí esperando por un chivo expiatorio que resultó siendo el Ministro de Justicia.


Al menos él tuvo la dignidad de reconocer el error y no se escudó tras balbuceos incoherentes como bien saben hacerlo nuestros honorables parlamentarios.


Ahora el gobierno, en una magistral cátedra de oportunismo político, se ha dado a la caza del adefesio que escapó del Capitolio Nacional y con el que también comparte varios segmentos de su ADN, así no lo quiera reconocer.


El problema es que el daño ya se encuentra hecho y la improvisada solución de emergencia acogida por el Presidente patina en un limbo jurídico que deja mucho que desear y no asegura su efectividad.


En cualquier caso, la gente ya está armada con su cédula en mano para votar el referendo que irá como disparo certero al corazón de esta reforma monstruosa, nuestros sufragios serán las flechas y la Constitución la ballesta.     Luego vendremos a exigir cuentas de los 270 bochornosos progenitores (salvo algunos nombres), porque esta vez no vamos a permitir que se salgan con la suya.


Obiter Dictum: Mis encuentros con Juan Guillermo Gómez en el colegio fueron breves y esporádicos, a pesar de ello soy consciente de la brillante persona que era y del prominente futuro que le esperaba como profesional. Un país donde la vida vale menos que un celular tiene los minutos contados. Paz en su tumba.

Credito
FUAD GONZALO CHACÓN

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