Del coágulo a la embolia

Los pequeños detalles tienen una trascendencia tal que de tenérseles el respeto suficiente harían temblar cualquier gran iniciativa. Esto en política no puede ser más cierto, ya que sólo basta con descuidarse lo suficiente, es decir más o menos lo que dura un pestañeo, para encontrarse ante un laberinto de problemas prácticamente imposible de atravesar sin provocar daños considerables.

Infortunadamente, el presidente Santos ha pestañeado demasiado últimamente y la crisis que está atravesando va a requerir de medidas contundentes que deberán ir más allá de sólo quedarse sentado y esperar que todo mejore.

Los paros han sido una constante en nuestro país durante los últimos años, tanto así que ya sería irresponsable achacarles la calidad de caso fortuito. Colombia es un dispensador inagotable de razones para salir a bloquear una vía o marchar con una horda enfurecida hasta el Palacio de Nariño: cuando no son los agricultores contra el TLC o los médicos contra las EPS, es una minga indígena, cuando ellos están ocupados su puesto lo toman los estudiantes y si nadie está disponible siempre la CUT tendrá un espacio en su agenda. En resumen, cada vez con mayor frecuencia vemos que algún gremio se cansa de ser ignorado y decide optar por las vías de hecho para hacerse oír, quizá no sea la forma, pero ¿qué tan legítimo es su clamor?

Aunque cada caso es independiente del anterior, y todos se arman de pancartas por una razón diferente, hay un vínculo común: impotencia por quedarse sin opciones ante un Gobierno que se hace el de la vista gorda. Nadie camina desde otro departamento hasta Bogotá repitiendo consignas durante horas sólo por amor a la causa, uno a uno; todas las manifestaciones tienen una necesidad conjunta que les respalda. Mal haría el Gobierno en sólo sentarse cruzado de brazos a esperar que el frío o el hambre los venza y los obligue a regresar a sus lugares de origen.

Santos no está pasando por su mejor momento, tiene a Nicaragua amargándole el rato con sus juegos de guerra en alta mar, a las FARC tomándole del pelo desde la comodidad de La Habana y a Uribe trinándole en la oreja con la guardia imperial de su Centro Democrático, suficientes dolores de cabeza que lo tendrán ocupado por un buen rato. Aún así, no debe descuidar estos pequeños coágulos sociales que con aterradora y progresiva frecuencia se le van formando en distintas regiones, pues eventualmente viajarán por el torrente sanguíneo de nuestras carreteras y terminarán causando una embolia nacional en el corazón de Bogotá.

La idea tampoco es ceder a todas sus demandas, eso sólo legitimaría los bloqueos como herramienta de presión, es escucharlos para ver qué tan cercanas están sus diferencias y tratar de conjurar la emergencia con los menores costos que eviten el inminente desangre económico de un país estancado que no se mueve.

Obiter dictum: Es muy interesante ver una propuesta renovadora y fresca como la del Partido del Tomate, sólo espero que de la efervescencia no se les apague como pasó con los verdes.

Credito
FUAD GONZALO CHACÓN

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