Sexismo que perdura, derechos que se esfuman

Columnista Invitado

Al inicio de este año (22/01/2024) la Alta consejería por la igualdad entre mujeres y hombres de Francia (Haut Conseil à l’égalité – HCE) publicó un informe sobre el estado del sexismo en Francia, con una breve y alarmante conclusión: el sexismo se arraiga y progresa.
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El HCE advierte que ya no es posible conformarse con denunciar y sancionar los comportamientos sexistas; es urgente actuar y atacar las raíces del mal (sic).

Para recordar, el sexismo se refiere a la “discriminación de las personas por razón de sexo” (RAE), y es pandemia mundial que históricamente afecta principalmente a mujeres y niñas.

El mencionado informe nos interesa porque las problemáticas registradas tienen una amplia connotación mundial. En temas de equidad e igualdad entre hombres y mujeres, aún las naciones más desarrolladas, democráticas y que encabezan el ranking de felicidad tienen sus vergonzosas cifras. Solo tres pequeños países europeos, Islandia, Malta y Andorra, ostentan 0 en el ranking de violencias domésticas y machistas (2003). Según el Foro Económico Mundial, Islandia sigue siendo el país con mayor igualdad de género, seguido por Noruega, Finlandia, Nueva Zelanda y Suecia. Países en los que las brechas de género en cuanto a salarios y repartición de las tareas domésticas son amables, pero las cifras de violencias siguen inaceptables, y generalmente explicadas (¿excusadas?) por el problema de abuso de alcohol como en Finlandia, estrés laboral o insatisfacciones varias.

El informe señala que el sexismo se inicia en la casa, continúa en la escuela y se propaga en lo numérico (internet). Por tanto, para revertir este sexismo exacerbado es crucial empezar por la casa y la educación de los (futuros) padres/madres quienes sin darse cuenta tienden a reproducir los estereotipos de género tradicionales. También el sistema escolar perpetua las desigualdades, a pesar de que niños y niñas compartan programas, salones, juegos y recreos. Finalmente, el internet, como medio de comunicación, ostenta y comparte abundantes estereotipos y mensajes de violencia sexista y sexual.

Este nuevo “barómetro del sexismo” evidencia que este no se agota ni retrocede. Al contrario, pareciera que se organizara una suerte de resistencia, de barrera de protección, por parte de hombres “masculinistas” que se consideran “víctimas de la igualdad” y no quieren soltar los estereotipos tradicionales.

El informe mencionado prende las alarmas porque el sexismo genera y perpetua múltiples formas de discriminación y violencias; y no cede terreno como se podía pensar, a pesar de los avances en el papel y las leyes. Se requiere de acciones especí- ficas y sostenidas en los ámbitos educativos y de justicia para contrarrestar el sexismo enraizado que, como construcción social que es, no es una fatalidad inevitable. Las recomendaciones son: educar, regular y sancionar.

CHRISTIANE LELIÈVRE

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