El problema no es el paro

Darío Ortiz

Tras un mes de paro y toda una campaña contra los manifestantes y sus bloqueos pareciera que el problema que vive Colombia es el paro. Pero no es cierto.
PUBLICIDAD

El problema no es todo lo que han alterado la tranquilidad de muchos con los bloqueos de las vías, o los buses que han dañado, o que no dejan trabajar en paz a los que aún tienen trabajo. El problema no es si vandalizan unos bancos o si asaltan unos almacenes. Me atrevería a decir incluso que ni siquiera el problema es que enfrenten a la fuerza pública o la obtusa visión de quienes creen que todo se arregla con violencia y represión. El problema no es el paro. 

No se trata tampoco de si ahora unos marchan en blanco y otros con la camiseta de la selección Colombia, si unos tienen carteles impresos y los otros cartones escritos a mano. O de si esos jóvenes escriben en los muros sus proclamas que otros corren a cubrir. El problema no es tampoco quién se va a beneficiar en las próximas elecciones, o que en el paro se escondan conspiraciones alienígenas sobre fantasmas castrochavistas.  

Esa campaña vendiendo al paro como el problema no puede ocultar el verdadero Problema, con mayúscula, que es el desequilibrio económico de una sociedad exhausta, arrinconada, olvidada, ignorada en sus reclamos que aún con el país al revés parece ser invisible para una casta feudal que sintiéndose de sangre azul les niega su existencia y los minimiza, los ridiculiza, los humilla. Por eso creen, ciegos de poder, que todo se soluciona si pagan marchas bonitas, aumenta la participación de Cambio Radical en el gobierno o si les manda cartas de apoyo el vetusto Partido Conservador que hace décadas perdió el pulso de la nación.  

El grito afanado de un millón de jóvenes desahuciados por la sociedad, cubierto de mentiras y eufemismos por quienes no tuvieron escrúpulos en hacer corromper todo para enriquecerse a costa del empobrecimiento de millones de colombianos. Por eso al final los van a mandar a la casa con las manos vacías, con promesas mentirosas, con ayudas ridículas. Y los seguirán matando y desapareciendo uno a uno, por atreverse a protestar. 

Ya en el 2011, tras años de deteriorar la economía rural, y mercantilizar la educación y la salud, un informe de la Policía Nacional hablaba del dramático aumento de las protestas que ese año llegaron a ser 1573 según cálculos del Cinep. El estallido social era inminente. Desde esa perspectiva los criticados acuerdos de paz y el plan de vivienda fueron un esfuerzo por quitarle presión a la olla antes de que estallara con impredecibles consecuencias. Las protestas del 2019 demostraron que el cocido estaba casi listo y el pésimo manejo de la emergencia económica le dieron su último hervor, al hacer decretos beneficiando a pocos, mientras disimulaban el problema social con míseras limosnas. Por eso cuando acabe el paro, sin medidas que resuelvan tanta desigualdad, hambre y desesperanza; el estallido social regresará nuevamente con más fuerza, porque el verdadero problema jamás ha sido el paro, ni aquellos que hoy alzaron la voz.  

DARÍO ORTIZ

Comentarios