Objetivo no entendido

Preocupa que el país no haya hecho esfuerzos siquiera de mediana importancia para capacitar a sus profesionales en los niveles de maestría y doctorado, que son precisamente los depositarios de los altos conocimientos en las diversas profesiones.

Estadísticas recientes indican que de los casi 15 mil doctores que se han graduado en América Latina en los últimos 10 años, apenas 900 están en Colombia, ostentando una diferencia enorme con los logros de Brasil y México, que acaparan la mayoría de esta estadística.

Me parece que no ha existido en nuestro medio un propósito definido para alcanzar metas representativas en este aspecto y que tanto al Gobierno como al sector privado les ha hecho falta definir una política clara, con las suficientes herramientas financieras, para permitir que nuestro capital humano ingrese a las grandes ligas del conocimiento y la investigación.


Un sector productivo que no tenga claro este concepto, definido como la posibilidad de un acceso directo y claro a lo que es el fondo de la ciencia, no podrá experimentar logros importantes en materia de producción y menos aspirar a contribuir con valores agregados a la innovación y a la generación de elementos diferenciales al sistema de producción existente.


El acceso al conocimiento tiene unas etapas y nosotros todavía estamos viviendo de las especializaciones en el sector profesional y ni siquiera hemos creado la conciencia de que los escenarios mayores son un imperativo para poder crecer y para hacer algo distinto a lo que venimos haciendo.


Formar un magíster o un doctor desde luego cuesta dinero, pero se deben crear las reservas indispensables para poder lograrlo. ¿Cuántas de las grandes empresas en Colombia todavía no tienen, siquiera en ciernes, la posibilidad de contar con un solo profesional de este nivel de estudios y dentro de sus planes estratégicos no figura el proyecto a mediano o largo plazo?


Es cuestión de cultura. Por eso es indispensable que en Colombia se genere la cultura del conocimiento desde la perspectiva de los altos estándares de calidad, y para ello hay que estimular los talentos que afloran en las universidades para proyectarlos con estímulos financieros, para que puedan acceder a los programas de altos estudios.


Tenemos materia prima sin duda alguna, pero se requiere de un apalancamiento cierto para su proyección en el escenario de los altos conocimientos.


Si Colombia se fija metas ambiciosas en esta materia, la transformación de los diferentes sectores productivos y humanísticos no se hará esperar, pero se requieren conciencia y estímulo económico para lograrlo.

Credito
EDUARDO DURÁN

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