Miopes o seniles

Nuestra política de reintegración debe dar prioridad a los jóvenes, ayudarles a abandonar esa forma de esclavitud, a reparar sus daños y enseñarles a caminar erguidos con la dignidad de un ciudadano dueño de su destino.

La sabiduría popular recomienda no tomar decisiones importantes en medio de un duelo. Este elemental consejo no fue seguido por las FARC que tomó dos decisiones trascendentales: la designación de alias ‘Timochenko’ como reemplazo del abatido, no asesinado, ‘Alfonso Cano’, y anunciar su intención de continuar su lucha por el poder a través de las armas.

Es sorprendente que a pesar de los innegables cambios del mundo en los últimos 20 años se persista, sin ningún tipo de cambio o de mínima adaptación al entorno, en una supuesta lucha ideológica que sus métodos violentos, pero sobre todo criminales, han deslegitimado. La ideología de la extrema izquierda se ve superada por los hechos: cayó el muro de Berlín, China hizo un giro hacia una forma de capitalismo, surgen alternativas de izquierda exitosas como la de Brasil y se evidencian los efectos de la revolución bolivariana.


Así mismo, la universalización de la defensa de los Derechos Humanos y la consolidación de la democracia han hecho evidente la ilegitimidad de la lucha armada en esos sistemas. Incluso en democracias con problemas estructurales como la colombiana, se ha demostrado que existe el espacio para que prosperen visiones alternativas de la sociedad, por ejemplo: la trayectoria de los exdirigentes del M-19, la presencia del MOIR en el Congreso, la ola verde, el triunfo del voto en blanco en Bello, Antioquia, así como la protesta de los estudiantes sobre la reforma a la educación superior.


La dirigencia de las FARC, entrada ya en años físicos e ideológicos, se apoya en las armas y el crimen como una persona de la tercera edad en su bastón. Parece sentirse insegura de avanzar sin ese apoyo, incapaz de levantar su rostro y ver el futuro con un color distinto al que le ofrece su creencia. Camina mirando al piso siguiendo el rastro de sus propias huellas en un eterno repetir de la misma estrategia, abandonando cualquier sentido de revolución o cambio.


Entre tanta miopía o senilidad no resulta extraño que las FARC se hayan acercado tanto al narcotráfico y la minería ilegal, que hoy nada las diferencia de otras bandas criminales. Pactan con organizaciones ilegales, reparten los mercados de las drogas ilícitas, los yacimientos explotados ilegalmente, y compiten entre ellas en el mercado de la violencia y el sufrimiento.


Mientras tanto, cientos de jóvenes reclutados por la fuerza se encuentran en un mundo sin sentido, cargando además los dolores de la guerra. Nuestra política de reintegración debe darles prioridad, ayudarles a abandonar esa forma de esclavitud, a reparar sus daños y enseñarles a caminar erguidos con la dignidad de un ciudadano dueño de su destino.


(*) Senador

Credito
JUAN MANUEL GALÁN (*)

Comentarios