Vivir el Tolima

El río Magdalena es el corazón sentimental del Tolima, el hogar de varios de sus mitos y leyendas, compañeros inseparables del tiple y del bambuco, que en compañía de la chicha, la lechona, el tamal, el San Juan y el San Pedro son elementos de nuestra identidad cultural.

El río Magdalena es el corazón sentimental del Tolima, el hogar de varios de sus mitos y leyendas, compañeros inseparables del tiple y del bambuco, que en compañía de la chicha, la lechona, el tamal, el San Juan y el San Pedro son elementos de nuestra identidad cultural.  

Cuando se va a la orilla del río a la ceremonia de la preparación del tamal, tomando chicha y chirrincho para esperar el amanecer para degustar el desayuno tolimense, con música de cuerda, se siente la tierra de Nicanor Velásquez Ortiz, Blanquita Álvarez y Misael Devia y se disfruta la música de Fulgencio García, Milciades  Garavito, Leonorcita Buenaventura de Valencia, Pedro J. Ramos, Augusto Cervera, Cantalicio Rojas, Jorge Humberto Jiménez y de esa inagotable lista de compositores que con el corazón hicieron poemas de amor por su tierra y sus tradiciones, a las que cantan con alegría Rojas y Mosquera, Los inolvidables, el trío Vinotinto, Sueño Colombiano, dueto Tradiciones, Madrigal, Cantoría del Tolima, la Coral Ciudad Musical, para citar unos pocos ejemplos y recordar la Danzas Folclóricas de Armero, las comparsas de Natagaima y del Guamo, las danzas de la Universidad del Tolima y las del Valle de San Juan.

Somos tiple y bambuco, instrumento y ritmo que posicionaron la música criolla despreciada por su olor a trapiche, a fonda caminera, a tienda  y a parranda de barrios populares. Jorge Eliécer Barbosa afirmaba que la música es la huella dactilar del tolimense, no falta quien diga que el tiple es la llave de la alegría del campesino o que bambuco se escribe con tiple. Con mucha razón Atahualpa Yupanqui le hizo un homenaje al Tolima con una canción basada en un episodio de Chispas y el proyecto de canción que el joven combatiente Teófilo Rojas compuso y que según una versión, fue la base para el homenaje de Yupanqui. Somos música, tiple y bambuco y no sentimos como niños estrenando triciclo, cuando alistamos el viaje a Mariquita para disfrutar su Mangostino de Oro. Tenemos mucho para gozar y para mostrar que este inmenso patrimonio no  deja de tener sus problemas cuando los gobernantes no entienden la importancia de la cultura y de la educación. Sobran ejemplos. En el Guamo se le bota basura a la obra cultural de Emita de Micolta. La educación está en cuidados intensivos y en Purificación se encartaron con un mega colegio y se le ha negado el apoyo a Innovar, la esperanza de jóvenes pobres para estudiar carreras universitarias. Pero como el daño tiene que hacerse completo, se saboteó y malgastó el presupuesto del San Juan del 2012, se incumplieron compromisos todavía no pagados, se negó aval al proyecto presentado al Ministerio de Cultura y fue ignorada la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial del Tolima que hizo la Gobernación. Curioso que la Dirección Departamental de Cultura descartara el San Juan de Purificación, mientras se aprobaban inversiones con el presupuesto de Patrimonio Cultural, para proyectos “nada que ver”, con la asesoría de expertos en otros temas.  

Si le pega una mirada al interior de la Universidad del Tolima podrá entender porque se dice que se convirtió en el Rancho de Fique de Santa Chava. Una  miradita al pasado y las actuaciones recientes de Espinosa, Arlovich, Benítez, Vargas, Chamorro y Celemín será suficiente.

Mucho para disfrutar y para mostrar, pero más para investigar, para ponerle trabajo a los  organismos de control y pensar en  el peligro que significaría el post conflicto manejado por  quienes desconocen la importancia de la educación y la cultura.

Credito
HECTOR GALEANO ARBELÁEZ

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