La cantaleta y las lauritas

La Cantaleta fue el nombre que los estudiantes de las primeras promociones de Ingeniería Agronómica le dimos al periódico mimeografiado que utilizábamos para divulgar nuestras inquietudes sobre la naciente UT que, como el Festival Folclórico, contó con opositores al momento de su creación.

La Cantaleta fue el nombre que los estudiantes de las primeras promociones de Ingeniería Agronómica le dimos al periódico mimeografiado que utilizábamos para divulgar nuestras inquietudes sobre la naciente UT que, como el Festival Folclórico, contó con opositores al momento de su creación. 

De los profesores y directivos que recibieron críticas en la Cantaleta, no salió jamás un agravio, intimidación o algo parecido contra los redactores. Claro que eran otros tiempos. 

La corrupción, el nepotismo y el reciclaje de directivos no habían contaminado la U.T. Si hoy existiera la Cantaleta, más de uno de sus columnistas y lógicamente sus lectores, nos habríamos ocupado de mostrar en toda su magnitud el oso peludo que hizo en estos días el Coordinador General de Currículo, Alfonso Arguello, quien salió en falso, con su escopeta de pólvora mojada, contra el profesor Alexánder Martínez, por haber escrito algo que el directivo no entendió y no le gusto. 

Lo amenaza, trata de intimidarlo y solicita a las directivas madera contra quien piensa diferente a él. Qué ejemplo tan grande de lo que ahora denominan matoneo. 

El señor Arguello hizo una excelente demostración de su ignorancia sobre historia universal y del Tolima, de falta de respeto a uno de los derechos fundamentales de las personas, como es la libertad de expresión y algo de olvido de la esencia del poder disciplinario que, aquí entre nos, existe para sancionar a los funcionarios que abusan de su poder. 

A lo mejor estaba soñando con una colonia huterista, en la cual se aplica el repudio a quienes piensan diferente a los pastores. 

De esos mismos que se opusieron al trabajo de la monja Laura Montoya a favor de los indígenas Embera Katio, comunidad en vía de extinción por la acción de los violentos y el abandono del Estado.

Saco a cuento el tema de las Lauritas por el gran trabajo que hicieron y hacen a favor de las minorías en varios países. Cuando trabajaba con Paeces y Guambianos en el Cauca, varias veces recibí la colaboración desinteresada de esa comunidad. 

Me impactaba ver la alegría con que las monjas hacían su trabajo que los indígenas agradecían. Fueron nuestras cocineras en varias mingas y las encargadas de la recreación de los niños.  

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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