Tierra es tierra

Con la conquista se inició el despojo de tierra a sus verdaderos dueños. Continuó en la colonia y se fortaleció con la llamada independencia cuando se premió con tierras de indígenas a oficiales de ejércitos libertadores.

Se forman las grandes haciendas y el poder cae en manos de hacendatarios poco ilustrados que legislaron a favor de sus intereses perjudicando a los indígenas, los afro y los campesinos. El despojo continuó su paseo como algo normal, hasta cuando Alfonso López Pumarejo sacó su Ley 200 en 1936, con la idea de mejorar la situación del campesino. Los terratenientes,  los anteriormente llamados hacendatarios, sepultaron las buenas intenciones de López Pumarejo.

Luego tomó forma el despojo violento de aparceros y colonos, con la colaboración de fuerzas del Estado. Nace la resistencia campesina, para defender la vida y la tierra de los violentados, que poco tardó en transformarse en movimiento guerrillero que, en varios casos, contó con el apoyo de directorios políticos que nunca fueron considerados auxiliadores de la guerrilla ni ladrones de tierra. Ya en época más reciente, Carlos Lleras Restrepo lanza la Reforma Agraria, cuyo primer proyecto se efectúa teniendo como sede a Melgar, por razones conocidas y muchos años antes de que en la zona apareciera el Roja Atá. Los terratenientes reaparecen, de la mano de Misael Pastrana, para dar entierro de tercera al primer gran intento de favorecer a los campesinos en el famoso Chicoralazo, por haberse tramado en Chicoral. Lo aprobado en esa oportunidad fue la consolidación del sistema de explotación terrateniente. Desaparecieron las organizaciones campesinas para ver nacer a los ejércitos paramilitares financiados por terratenientes y con mucho respaldo de agentes del Estado que, después de unas bendiciones, fueron sustituidos por unos grupos armados ahora dedicados a asesinar defensores de la restitución de tierras. Todo contra el campesino y para impulsar el negocio de la guerra.

Es natural dentro de la irracionalidad imperante que al aparecer una posibilidad del cese de hostilidades se atraviesen en el camino los que se han beneficiado de la guerra. Patalean por todos lados, y a ello tienen derecho, tanto como lo tienen los colombianos que no quieren ver más colombianos asesinados, más injusticia y más abandono por parte del Estado. Los tiene de amarre el éxito del presidente Santos en las negociaciones con las FARC-EP, algo no logrado por los gobiernos que lo intentaron, así fuera por debajo de la ruana, y solo salieron con un chorro de babas. Si las cosas siguen como van, estamos a punto de ser testigos de una verdadera revolución a favor del campo, de los campesinos y del medio ambiente. La gran posibilidad de un cambio que bien aprovechado, y sin los comerciantes de la muerte, puede sacar a flote el país, así sea contra la voluntad de quienes en lugar de paz prefieren los caminos llenos de cruces.

Cuando muchos hablaban de la asegurada reelección de Santos, por los éxitos en proceso, a este se le ocurrió meter la locomotora minera a destruir el futuro del Tolima, quitar autonomía a las autoridades regionales en el manejo de sus recursos ambientales y hacerle el juego a la oposición del gobierno amigo de Venezuela. Se le fueron los escarpines, casi que gritando NO a su reelección.

+La Cantaleta.- El ratón cuidando el queso. Los que volvieron vísperas de jueves el Instituto de Educación a Distancia de la UT son los encargados de reparar el daño desde la dirección reciclada y sin sentido de pertenencia de la Alma Máter.

+Mañana toca marchar por la vida y el Tolima y contra La Colosa.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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